martes, agosto 19, 2008

Beijing 08 - Día Nº 11: BAÑADOS DE GLORIA



Estas cosas tiene la vida. El deporte mismo. Hay algunos que nacen en lugares donde su preparación, su puesta a punto, se hace más simple por todo lo que los rodea. Pero hay otros puntos en el planeta, donde las cosas cuestan. Se hacen cuesta arriba como si el punto de llegada estaría a muchos metros de altura. A muchos de verdad. Así, con este ambiente claro y notorio, el ciclismo argentino hizo historia en los Juegos Olímpicos. Una dupla que a partir de ahora, quedará grabada en todos los libros como los que dieron el primer paso. Un camino lleno de esfuerzo y dedicación. Un camino que llegó a su fin para un de los participantes en el final de su carrera… que fue dorada.

Juan Curuchet y Walter Pérez son pareja desde hace cinco años. Compiten juntos desde 2003, cuando Juan debió buscarle un sustituto a su hermano Gabriel (se retiró de la actividad) para la prueba Madison. En 2004, Pérez y Curuchet fueron campeones mundiales en Melbourne (Australia), un resultado que los ponía como claros favoritos para la prueba en las Olimpíadas en Atenas. Pero el cartel de posibles ganadores no sirvió de mucho, ya que fallaron y sólo fueron novenos. A partir de esto, una nueva planificación, con la desición firme de Curuchet de que Beijing sería su última competencia, los impulsó hacia el futuro.

El velódromo de Lao Shan en China fue testigo de un hecho inédito. La dupla de la prueba Americana para la Argentina, también lo fue. Es por esto que el 19 de agosto de 2008 será un día que Juan Curuchet no olvidará nunca en su vida. Después de seis Juegos Olímpicos y con 43 años, el más ganador en la historia del ciclismo argentino consiguió un título que había anhelado a lo largo de su carrera deportiva. Y lo hizo con ese amigo del alma para él que es Walter. Un tipo que en el 2008 tuvo que ponerle todo de él para llegar a la competición máxima a nivel mundial.


Bajar de peso, mantenerse fuera de casa por más de 16 semanas de gira por Europa son algunas de las situaciones que adornan esta conquista. Y también lo es que se alcanzó en base a la lucha contra todo. O sea, los problemas estructurales de nuestro deporte (sólo recibieron $ 1.200 mensuales en su preparación por parte del Estado) y los rivales de los países que, por ejemplo, completaron el podio. Para tener una idea la diferencia organizativa y de apoyo a los deportistas, los que llegaron detrás de la pareja nacional (el binomio español) son parte de una ayuda a la disciplina en su país cercana a los $ 6.000.000. Sí, poco más de un millón de euros. Un cachito, ¿no?

En la durísima prueba de 50km, ganaron una vuelta de ventaja tras el segundo sprint (una vuelta que suma puntos), momento en el que se hicieron con la primera posición de la carrera, que no abandonaron hasta el final, pese a la arremetida de los belgas, los rusos y los españoles. De esta forma y tras haberles sacado una vuelta de ventaja al resto de los competidores, sumaron unidades en los sprints 3, 7 y 8 y después aguantaron con el corazón y las piernas lo que se venía.

La imagen de Curuchet llorando, pidiendo agua a los gritos porque “no daba más” mostraba la cara de un tipo que sufrió porque no pudo portar la bandera del país que tanto ama en la ceremonia de cpertura, pero que disfrutará de sus últimos Juegos para siempre (récord histórico para Argentina con 6 presencia consecutivas, comenzando en Los Angeles ´84). El abrazo del alma con su amigo Pérez, a quien le estará eternamente agradecido, es una postal para el deporte nacional que se nos viene. ¿Por qué? Muy simple. Un hombre de 43 años, que deja a sus cuatro hijos sin su papá durante tanto tiempo por darle un festejo al país, nos demuestra que este tipo de ejemplos son los que sirven para que los chicos que quieren llegar a ser alguien en su disciplina favorita, sepan que se puede. En Argentina, también se puede.

La dorada número 16 para la historia de nuestro deporte llegó desde las dos ruedas. Justo en el día donde el fútbol logró avanzar a su segunda final consecutiva, la gente (en sus trabajos y en la calle misma) no dejaban de decir: “¿Viste a los del ciclismo como corrieron? ¡Que grandes, eh!”. Eso es el espíritu nacional. Estas cosas, como la medalla de bronce de la Peque Paretto tienen que servir para que todos sepamos, desde la dirigencia de nuestro deporte hasta los que la vemos por TV, que hay material humano. Como en todos los deportes.


Hoy fue un día de alegría. Ver a Juan y Walter en el primer lugar del podio, llorosos y con la dorada en la mano, cambio el ambiente del día para los argentinos. Ellos terminaron Bañados de Gloria por su esfuerzo y dedicación. Después de tanto tiempo se dio. A lo mejor, es un guiño que no hay que dejar de lado hacia el futuro…

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