martes, junio 01, 2010

LNB Finales – Peña Campeón: CAMINO A LA GLORIA

La espera acabó. Largos años de lucha, combates y desiciones que no terminaron con un final feliz. Fueron 16 años (aquel equipo del Che García y Richotti en el '94) de no festejar en la Argentina, en la Liga Nacional. El torneo que todos quieren ganar. Porque esta temporada, fue victoriosa para Peñarol. Los logros en el Súper 8, Interligas y la consagración como el mejor del continente, después de haber ganado la Liga de las Américas, no hubiesen tenido el mismo final. Ese desenlace exultante que vimos en el Polideportivo. Ese escenario que se transformó en un recinto infranqueable, en donde sólo cayó una vez, en su primer partido de la campaña. Un equipo, que se construyó para alcanzar la gloria. Pero cuidado, el camino no fue tan sencillo como lo muestran los resultados.


Un club que, en la actualidad tiene 3000 socios y aproximadamente 450 jugadores de básquet, creo una base que tuvo que pelear contra todo. Más allá de los fracasos deportivos (estuvo luchando la permanencia en 2004 y dos años después, perdió la definición con Boca), esta institución tuvo que darse cuenta que no podía darle de comer a los giles. En una de las plazas donde con mayor emoción se vive el deporte en todo el país, tal vez la más efusiva en la actualidad, la dirigencia de Peñarol apañó durante mucho tiempo a los violentos. Esos que se enfrentaron contra sus similares de Quilmes en varias oportunidades. Esos que, según ellos pensaban, la casa era de ellos. Pero con la ayuda de las autoridades de seguridad de la Provincia de Buenos Aires, eso cambió. Y como en el fútbol, el derecho de admisión también apareció en Mar del Plata. Bases fundacionales. Porque para ganar en la cancha, también tiene que haber un buen manejo desde los escritorios y allí, con Domingo Robles a la cabeza, Peña ordenó la casa.

Tan bien la ordenó que, desde el 2006 hasta hoy, por estadísticas, es el Nº 1 del básquet argentino. Pero entonces, ¿Cómo tardó tanto en levantar el trofeo León Najnudel? El deporte tiene estas cosas. Es impredecible y, aunque la mayoría de las veces sucede, no siempre gana el mejor. Hace cuatro años, comenzó a armar buenos planteles. Eso le ha servido al Milrayita para tener el mayor porcentaje entre triunfos y derrotas (152 vs. 67), consagrarse como el más ganador con seis títulos (jugó 12 finales) y el mejor exponente argentino en los torneos internacionales (bicampeón de la Liga de las Américas ’08 y 2010)

Con un gran poderío económico a partir de la buena cosecha, la dirigencia de Peñarol se convirtió en un valuarte para el cuerpo técnico y los jugadores. Sin problemas en los pagos, todo el plantel sintió que sólo tenía que hacer una cosa: jugar al básquet. Y eso, en tiempos donde hay equipos que tienen que vender la plaza o les adeudan los sueldos a sus jugadores, es una diferencia que se ve en la cancha, sin dudas.


Con este panorama y después de haber perdido la final pasada contra el Atenas de Magnano en su propia casa, esta temporada significaba una revancha para todo Peñarol. ¿Y que hicieron para potenciarse y buscar esa vendetta? Fueron a buscar al talismán. Ese jugador que, en todos los equipos donde jugó, fue campeón. Que dato, ¿no? El pase del año, en el invierno de 2009, calentó el espíritu de todos los marplatenses. En todo sentido. Todos recordamos los insultos en el Poli. Esa famosa frase, le tocó el corazón a Leo Gutiérrez en las finales 08/09: “Cebador olímpico”. Les hizo pagar caro esa impronta, porque los mató con Atenas en Córdoba y en Mardel. Levantó otro título y les tomó el mate en casa. Pero como dice el refrán, “sino puedes vencerlo, úneteles”, Peñarol firmó por dos años a Gutiérrez y problema resuelto. Su llegada, más el arribo de el mejor pívot defensivo de la competición (Martín Leiva), la conducción segura de Tato Rodríguez y el aporte goleador de Lamonte (reemplazó sin problemas a David Jackson), cerró una base que se potenció (¡y de que manera!) con los jóvenes de la cantera. En ellos, fue enorme y valioso el aporte del base Campazzo (destino de Selección) y Marcos Mata, el orgullo de las inferiores Milrayitas. ¿Y el técnico? Que más podemos decir de Oveja. Su practicidad y lectura de juego fue vital para explotar el plantel que tenía, claramente, uno de los mejores que dirigió.

Terminó la temporada con un 4-1 vs. Atenas, en unas finales que lo tuvieron como MVP a Leo. Justamente él, consiguió su séptimo título de LNB (ganó con Olimpia, Ben Hur, Boca, Atenas y ahora Peña) Ganó 43 de 55 partidos y sólo perdió el 3º juego contra Atenas en los 11 de Playoff. Un equipo que sin objeciones, ganó como los caballos, de punta a punta. Casi sin rivales que le hicieron fuerza verdadera. Peñarol creyó y lo logró. Forjó su camino y, pese a todo, alcanzó la gloria para ser el mejor.

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