sábado, julio 05, 2008

UN NUEVO CAMPEÓN MUNDIAL ARGENTINO

Omar Narváez ya no tiene el privilegio de ostentar el único cetro ecuménico para el boxeo argentino. Pero al chubutense esto no le quitará el sueño, todo lo contrario, seguramente lo pondrá muy alegre. Es que uno de sus compañeros en los Juegos Olímpicos de Sydney alcanzó el título de los semipesados en la noche de ayer.

El personaje es Hugo “Pigu” Garay quien derrotó al ucraniano Yuri Barashian en una dura pelea en el Luna Park que se definió por fallo unánime (118-111, 120-108 y 118-110). El cinturón en su versión AMB (Asociación Mundial de Boxeo) es el mismo que alguna vez ostentaron Víctor Galíndez y Miguel Ángel Cuello y el que le permitió a la Argentina volver a tener un campeón mundial desde que Juan Carlos Reveco (minimosca AMB) perdiera frente al francés Brahim Asloum en diciembre del año pasado.

El bonaerense no desborda por su talento pero su empuje le permitió obtener una pelea que se complicó en los últimos rounds, incluida una caída en el décimo tras un golpe con la poderosa mano izquierda del ucraniano.

El púgil de Tigre alcanzó así su 31º victoria (17 KO) contra sólo 3 derrotas. Además este logro le permitió consagrarse después de dos caídas en las disputas por la corona OMB (Organización Mundial) frente al húngaro Zsolt Erdei, quien lo había vencido en 2004 y 2005 en dos combates con fallos polémicos.

En épocas en que el espíritu olímpico despierta, un nuevo deportista olímpico de la generación de Sydney se convierte en monarca mundial. Además de Narváez y de Pigu, el otro que ostentó el título por unos meses fue Mariano Carrera después de derrotar al español Javier Castillejo por el título mediano AMB y después lo perdió por un doping positivo.

Esa generación de 2000 fue la última que dio boxeadores destacados en el ámbito internacional. En Atenas, la Argentina concurrió únicamente con Daniel Brizuela y en estos Juegos sólo asistirá con Ezequiel Maderna en la categoría hasta 67 kilos. La situación del pugilismo nacional no pasa por su mejor momento pero lo del Pigu es una nueva alegría que suma a la inmensa lista del orgullo nacional.

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