jueves, septiembre 10, 2009

FIBA Américas – Opinión: UNA HISTORIA DE AUTOSUPERACIÓN


Es un signo del hombre. Al menos, de los que se lo proponen. Y este grupo ha sabido, a lo largo de los años, a autosuperarse. Haya o no alcanzado el puesto máximo en un podio. Sin dudas, superó diferentes obstáculos para mantenerse, con una idea fija y notoria. El que para muchos analistas del deporte argentino es el mejor equipo que se ha forjado en la historia (me incluyo) fuera del mundo de la pelota (y con ella, también), volvió a demostrar su entereza humana y competitiva. Volvió a subirse a un podio (venció a Canadá sin sobresaltos) y ratificó que el camino que se inició un 26 de Agosto de 2001, continúa.

Aquel día en Neuquén, el público que abarrotó el estadio Ruca Ché tuvo el honor y orgullo de ver al equipo campeón del Premundial. Ese plantel dirigido por Rubén Magnano que le dio una paliza a Brasil y le mostró que a partir de ese momento, algo iba a cambiar en la historia del básquet sudamericano y también mundial. Sería innecesario volver a marcar cada logro obtenido por este plantel, que sufrió renovaciones y despedidas, pero que nunca renunció a lo que lo hizo grande.

Pasaron poco más de ocho años y los integrantes cambiaron. También el DT. Pero la filosofía es la misma. Trabajo, trabajo y más de lo mismo. Y lo mejor de esto es que hay líderes que se suman a los ya consagrados. En Puerto Rico faltaron la mayoría de la Generación Dorada, pero Luis Scola dejó en claro su espíritu de gladiador y conductor de grupo. Alentó positivamente a jugadores como Paolo Quinteros (no tuvo el torneo esperado), atosigó al cuerpo técnico solicitando videos de sus rivales para conocerlos con profundidad y pagó dos cenas de festejo (Pablo Prigioni, el otro líder en el campeonato, apoyó a Luifa) Todo esto más su desequilibrio, que lo llevó a ser considerado como MVP del torneo (ya lo había logrado en Las Vegas 07), lo enaltece como un grande.

Pero más allá de todo, lo más importante fue que esta selección respetó todos los valores que hicieron gigante al básquetbol argentino y que si no llegó a la final fue porque no le alcanzó con el personal que trajo al Premundial, los problemas de lesiones y contractuales (Prigioni llegó, Delfino no) fueron un factor clave. Ante todo, la química y unión del grupo volvieron a demostrarle al mundo del básquet que Argentina esta vivo. Y que su sed de victoria, intacta.

Autosuperarse. Una palabra que para esta selección es un término ya conocido. Llevado de la teoría a la práctica. Algo que varios deberían tomar de ejemplo en momentos de pasividad extrema.

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