Esa tonada correntina lo evidencia. Nadie, pero nadie puede decir que para dejar cada frase se toma su tiempo. Tiene, sin dudas, esa característica del interior del país. Es un tipo calmado por fuera, pero cuando pisa una cancha de básquet, se transforma. Peor si está vestido de celeste y blanco. Se convierte en un súper guerrero. Con alma y vida, con sudor y corazón ha defendido con su enorme juego a la selección en el pasado Premundial. Fue una pieza clave que coronó su mejor campeonato (por estadísticas y liderazgo) con Argentina.
El pasado domingo en La Licuadora Deportiva, el nacido en la ciudad de Goya, habló de todo lo que atravesó el equipo para obtener la clasificación al mundial de Turquía. Una plaza que costó y se celebró a lo grande, sin mucha parafernalia pero con la confirmación que esta generación de jugadores tiene un objetivo común. Eso es más importante que cualquier individualidad. Si querés saber como el plantel trabajó para superar los malos momentos, las ausencias que se sienten pero se tapan con el trabajo y la vida de un grupo que volvió a dejar su sello, no te pierdas en el Reproductor de Entrevistas la palabra de Federico Kammerichs, un guerrero que soñó con que este iba a ser su despegue en el seleccionado. Y lo logró. Imperdible.
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