
Fue llamado por el público como niño prodigio. De esos deportistas que, ya desde la panza de mamá Azucena, practicaba su deporte favorito. Del que siempre estuvo enamorado. El que enamoró a muchos. El cual le demuestra cariño en su regreso a la Argentina. Para Lucas Victoriano, el básquet lo llevó a lugares donde tal vez, nunca pensó llegar. Pero llegó. Y descubrió una vida fuera de su querida Tucumán.
Hace ya unos 12 años, los medios más importantes del país se hacían eco de una noticia que sorprendía a todos. Algo inusual por aquel entonces, que marcaba la calidad de un joven base. Antes de cumplir los 18 años ya sumaba varios títulos: fue campeón de la Liga Nacional y de la Sudamericana con Olimpia de Venado Tuerto. Se consagró ganador con el seleccionado nacional de los Sudamericanos de Cadetes y Juveniles, además tiene un 4º puesto en el Mundial Sub 22 de Australia y la participación activa en la selección que condujo Julio Lamas, logrando la clasificación para el mundial de Grecia ‘98 con el equipo nacional de mayores. Un ganador, hecho y derecho. Todos pensaban que el cielo era su techo, pero la vida no siempre es como uno la imagina. Se lo nombraba para la NBA, pero el Real Madrid posó sus ojos en él y el contrato lo mando directo al Viejo Continente.

Lucas Victoriano está en su tierra, esa que lo vio volar muy chico para triunfar en el mundo. Porque como él lo dirá en la entrevista que podrán revivir en el REPRODUCTOR, como la casa de uno no hay. Este como este. Argentina es única, y por eso volvió. Para mostrar un poco de esa magia intacta que lo transformó en un conductor sin límite. Imperdible.
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