En la previa al torneo que se jugó en el estadio nacional de Quilmes, hablamos que era la hora de la verdad para este plantel. Comentarios por doquier, en su mayoría negativos, rodeaban a esta selección, de gran talento pero que había fallado en el costado emocional en la búsqueda de, por ejemplo, la chance de clasificar a los últimos Juegos Olímpicos. Esa vez fallaron. Como les sucedieron en otras tantas. Concientes de ellos, este torneo iba a ser un quiebre. Tal vez, algo que podía marcar el futuro cercano del hockey masculino.
Ese domingo 22 de noviembre, con cielo gris en gran parte de la Argentina, el equipo de Pablo Lombi vivía su momento más complicado del torneo. Después de haber clasificado invicto a la final en busca de la única plaza para la Copa del Mundo que daba este certamen, el partido decisivo mostraba un panorama oscuro. El resultado en la planilla era elocuente: 1-3 a favor de Bélgica. El tiempo descendía, tanto como las chances de visitar Nueva Delhi el año próximo. Y los fantasmas de la derrota, siempre protagonistas en momentos como este, se hicieron presentes. Una vez más.
Era clave. Esa situación extrema, más los problemas en la preparación que tuvo el equipo con la cancelación de una gira previa a Irlanda, unieron al grupo. El cuerpo técnico, con mano de un artesano, combinó a los líderes de varias generaciones con la base que fue campeona del mundo junior en Rotterdam 2005. Faltaban poco más de 20 minutos cuando el corazón argentino empezó a bombear la sangre de la redención. El goleador del campeonato, Pedro Ibarra, descontó de penal. Una aparición magistral de uno de los Vila (esta vez fue Lucas), selló la remontada: 3-3 y la cara de los belgas, lo decía todo. Si bien Argentina se destaca por la calidad técnica de sus jugadores (Matías Paredes es el mejor exponente de la fantasía pura), esta vez mostró lo que siempre se les criticó. Y son dos sencillas palabras: amor propio.
El destino, que siempre parece tener guardada una carta bajo el brazo, apostó fuerte. Mario Almada, mano a mano con el arquero, no perdonó. El público, que acompaño durante toda la semana al equipo, no podía creerlo. Los chicos, tampoco. Mentalidad fuerte, mantenerse serenos ante la adversidad fueron los signos importantes de la selección para rozar la hazaña deportiva.Todos juntos. Contra todos. Contra la Confederación, que sin quererlo montó un escenario complicado para estos jugadores. Ellos lo dieron vuelta y callaron varias voces que ponía en duda su condición de competidores. Inclusive la de quien escribe. En una nota imperdible, donde este defensor de Vélez que ya jugó 15 años en la selección abrió su corazón para contarnos la alegría del triunfo, Fernando Zylberberg puso la cara. No se pierdan la palabra de alguien que las pasó todas. Y ahora, celebró. Como todo el hockey de varones.
CHAMPIONS CHALLENGE - Salta: Ahora, van por más
El seleccionado argentino se prepara para competir en el Champions Challenge que se disputará en la cancha del club Popeye, entre el 6 y el 13 de Diciembre. Esta semana, el conjunto de Lombi venció en dos oportunidades a Nueva Zelanda en la renovada carpeta del CeNARD como preparación al torneo que dará sólo una plaza para jugar el Champions Trophy Moenchengladbach 2010. Por el Grupo A, participarán: Bélgica, China, Nueva Zelanda e India. Por la zona B, Sudáfrica, Pakistán, Canadá y nuestro seleccionado.
Los convocados por el DT son: Juan Espinosa, Joaquín González, Ignacio Bergner, Pedro Ibarra, Felipe Oleastro, Juan Martín López, Fernando Zylberberg, Matías Vila, Manuel Brunet, Lucas Rey, Lucas Rossi, Matías González, Matías Paredes, Santiago Montelli, Lucas Vila, Agustín Mazzilli, Tomás Argento y Facundo Callioni.
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