jueves, abril 17, 2008

LA REALIDAD MÁS JOVEN EN LA HISTORIA DEL GOLF

El primer Masters del año mostró una nueva gran actuación de Andrés Romero. Los 287 golpes que ejecutó lo catapultaron hasta un octavo puesto en lo que fue su primer Augusta. De esta manera, el Pigu quedó en el 22º puesto del ránking mundial cuando sólo tiene 26 años.

Ni los dos ganadores argentinos de Majors pudieron pasar el corte en su primer Augusta. Romero no sólo superó ese primer objetivo de todo torneo sino que obtuvo un top ten en otro Grande. Hay que recordar, que en 2006, en su primer Abierto Británico, finalizó séptimo; y, un año después, estuvo cerca de ganarlo pero quedó segundo.

La actualidad marca que este tucumano no es un jugador con aspiraciones de tener un buen nivel a futuro. Que de acá a 20 años posiblemente tenga la posibilidad de obtener un Grand Slam. Y no es un jugador que quizá sea un deportista de una importante trayectoria en el golf argentino.

Andrés Romero es un diamante en bruto. Una persona que ya alcanzó lo que muchos tardaron décadas en conseguir y, encima, se mantiene en un ascenso constante. Por sus características de juegos ofensivas, puede cometer muchos errores, pero constantemente genera posibilidades de bajar golpes en cada hoyo. También es una realidad que por nivel de juego y por proyección, tiene grandes chances de obtener en algún momento un Masters, y tal vez no se mencione en el largo plazo.

El otro que tuvo argentino que participó fue Ángel Cabrera que tuvo una discreta actuación. El cordobés terminó 25º con una tarjeta final de cuatro golpes por encima del par de la cancha. El arranque del cordobés fue bueno y pudo pasar el corte el día viernes con tranquilidad. Las últimas jornadas fueron complicadas como para muchos de los jugadores. El tanteador negativo pasó a ser positivos para muchos y el Pato no fue la excepción.

El ganador del torneo fue sudafricano Trevor Immelman que tuvo una última jornada de 75 (+3) y finalizó con 280 (-8). El estadounidense Tiger Woods fue su inmediato perseguidor con tres golpes por encima del nuevo dueño del saco verde y Romero terminó cerca, a sólo siete.
Pero lo que sucedió en Augusta incluso pudo haber sido mejor para el Pigu. La presión jugó ya que tuvo una alta efectividad en los tiros a los fairways y a los greens pero tuvo algunos errores en putts simples que le impidieron cerrar tarjetas de menor cantidad de golpes.

Igualmente la actuación de Romero es intachable. Ya está metido en la elite del golf mundial y no va a necesitar de invitaciones para competir en los grandes torneos. Por juego, por madurez, por irreverencia; está llamado a ser figura del golf nacional. Al nivel de Ángel Cabrera, al nivel de Roberto De Vicenzo, no sería una locura si se piensa que más también. A pesar de ello, es conveniente dejar que el tiempo transcurra sólo y no correr el riesgo que desvíe su curso por querer trastocarlo.


Pigu y su primer festejó en el PGA - Zurich Classic de Nueva Orleáns

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