sábado, noviembre 27, 2010

TC en Buenos Aires - Grandes Finales: CARRERAS PARA EL RECUERDO

Mientras esperamos lo que será un domingo espectacular, con 11 de los 12 pilotos de la Copa de Oro con expectativas de ser campeones, repasamos momentos históricos para la categoría. Definiciones de títulos en décadas diferentes, pero con la misma pasión. Es por esto que el coloso en Buenos Aires, recibió en varias oportunidades la fiesta máxima del automovilismo nacional. El duelo de marcas, en la pista y en las tribunas, pegados, con la oreja puesta en la radio y las transmisiones deportivas. El humo del asado, presente como una marca registrada del espíritu argentino. El fervor, esos puños apretados bajo el sol, sofocante, que ilumina los ojos mojados del público, exultante por un año nuevo que termina. A pura fierro y recuerdos.

2009: EL MAGO MORIATIS…
Su muñeca puso contra el aceite matador




¿Se acuerdan? José María López era el súper candidato a quedarse con la corona. Gran dominador durante toda la temporada, Emanuel se había recuperado venciendo en la prueba anterior (La Plata) En el Gálvez, pareció que el destino quiso que un Ford se quedara con el título. Esa mancha de aceite hizo despistar al Pinchito Castellano, líder de la carrera. Atrás, Moriatis patinó pero, casi en una jugada impensada, pudo recuperar el auto y encaminarse al N° 1. ¿Y Pechito? Clavado en la tierra, junto a su Torino y con la desilusión de no poder consagrarse tricampeón del año.

1968: EL TRUENO PAIRETTI
Él se supo campeón, antes que todos…


Había sido un año muy peculiar, porque aunque todavía el TC era esencialmente rutero, la mayoría de las carreras se disputaron en autódromos luego del tremendo accidente de la Vuelta de Balcarce. Y el título se definió, por primera vez en la historia del TC, en el Autódromo porteño, el 24 de noviembre de 1968, entre el mítico Trueno Naranja de Carlos Pairetti, que llevaba un motor Chevrolet 250 preparado en General Motors bajo la dirección de Ricardo Joseph (aunque Jorge Pedersoli y Omar Wilke tuvieron que ver allí) y la Liebre II del campeón, el sanjuanino Eduardo Copello, con motor Tornado y un jefe de equipo que ya se las sabía todas: Oreste Berta. La carrera era a 100 vueltas, disputadas en dos series de 50 por suma de tiempos. Y el campeón supo que era campeón antes que el resto de los fanáticos. "En el intervalo entre las dos series -recuerda Pairetti- Copello vino a decirme que corriera tranquilo, que yo era el campeón, porque su auto estaba herido. Así fue, se rompió el motor poco después de largar la segunda serie y yo gané la carrera y el campeonato".

1976: GRADASSI, TETRA EN LA DÉCADA

Mouras y su negada con la marca del Moño


Ocho años después, había sucedido algo similar. Roberto Mouras era el absoluto dominador del TC con el Chevrolet de General Motors en el que también metían mano Joseph, Pedersoli y Wilke. El piloto de Carlos Casares había ganado seis carreras seguidas durante la temporada y parecía dispuesto a acabar con la hegemonía del equipo oficial Ford, que conducía José Miguel Herceg, que duraba años: desde 1972 que los autos de General Pacheco no perdían un solo título. Pero otro accidente, en este caso en Pergamino, obligó a que la definición del título se celebrara con tres carreras en Buenos Aires, la última el 19 de diciembre de 1976. Y así como la Chevy de Mouras parecía imbatible en las rutas, no tenía los mismos recursos en los autódromos. Mouras fue perdiendo ventaja en esas pruebas, se rompió un motor y lo que parecía impensado, sucedió al fin. La victoria de Juan María Traverso, el segundo piloto del equipo Ford, le sirvió en bandeja el título al primero, Héctor Luis Gradassi, que así revalidaba los títulos logrados en 1972, 1974 y 1975. Mouras, que ni llegó a largar la final, terminó subcampeón...

1991: AVENTÍN, PUMA GANADOR
El día en que Pincho dijo adiós

Oscar Castellano (Ford) había perdido, sobre el final del torneo, la ventaja que había sacado en la primera parte del torneo, mientras que Oscar Aventín (Ford) fue en ascenso, gracias a la preparación de Carlos Nicotera, para arribar a un cierre histórico, en el que también se reeditaba la tradicional rivalidad del Turismo Carretera, ya que Osvaldo Morresi (Chevrolet) también tenía expectativas matemáticas de quedarse con el título. Aquel 15 de diciembre de 1991 fue un día muy caluroso y los metales estuvieron expuestos a la máxima exigencia. Castellano ya había anunciado que ésa sería su última carrera en el automovilismo. Su dilatada campaña tendría final allí, fuera cual fuera el desenlace. Y Aventín, que nunca antes había sido campeón, quería ganarle al piloto de Lobería en la pista. "Tiene otro gusto", decía por entonces. Sin saberlo, el público iba a ser parte del desenlace… Los papelitos que los miles de hinchas tiraron a la pista cuando los autos salieron a correr la final, molestaron la refrigeración del Ford de Castellano; Morresi se quedó pronto y el Puma, en la punta, comenzó a saborear el título. Eduardo Ramos, que era compañero de equipo de Pincho, comenzó a perseguir al puntero, sabiendo que si lo pasaba, podía entregarle el título a su mentor. Pero una circunstancia extraña (le arrojaron una botella desde la tribuna) le impidió seguir más allá. De esta forma, Aventín logró el primero de sus dos títulos en el TC, el día que uno de los últimos de la categoría, colgó el buzo antiflama…



1994: LALO BAJO LA LLUVIA
Ramos, campeón contra las gomas.
Cuatro pilotos de Ford (Eduardo Ramos, Fabián Acuña, Juan Antonio De Benedictis y el campeón en ejercicio, Walter Hernández) y uno de Chevrolet (Emilio Satriano) llegaron a la última carrera de ese año, el 11 de diciembre, con chances puntuales de coronarse. Las condiciones climáticas le agregaron otro grado de incertidumbre a la competencia. La lluvia, gran protagonista de la competencia, vio como los candidatos se fueron cayendo. Primero, Satriano no pudo largar la final. ¿El resto? Hernández se despistó, Acuña y de Benedictis se tocaron, para dejarle el título en sus manos a Lalo Ramos. En tiempo durísimos para el de Mechongue (su padre había fallecido) el de arriba lo ayudó a terminar la carrera. ¿Cómo? En la Horquilla, bloqueó su Ford y cruzó la meta habiendo perdido el control del auto, que se estrelló contra las gomas protectoras, a centímetros de cruzar la bandera a cuadros. Una imagen que será parte de la historia rica del TC. Como la del vencedor, el Flaco Traverso, que luego sería tricampeón entre ’95 al ’97.



2003: BESSONE LO LOGRÓ.
Ortelli siguió de largo y perdió el título.

La definición más cercana en el tiempo en el Autódromo entre más de dos pilotos. Christian Ledesma y Guillermo Ortelli, los emblemas de Chevrolet, llegaban a Buenos Aires con mayores chances que Ernesto Bessone, con su Dodge, la marca que no ganaba un título desde 1988. Pero el piloto de Mar del Plata experimentó una insólita falta de potencia en el motor. Y Ortelli, que ya había sido campeón en cuatro de las cinco temporadas anteriores, parecía listo para llevarse su quinto título e igual Oscar Gálvez. Pero algo increíble sucedió. El de Salto siguió de largo en la chicana de Ascari, cuando solo faltaban ocho vueltas para el final de la carrera. Fue el final del campeonato, el final del año... Diego Aventín ganó esa carrera, el 30 de noviembre de 2003, pero con el cuarto puesto final, el campeón fue Tito, que se encomendó a los dioses teceístas…


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