miércoles, noviembre 10, 2010

El retiro de Fabricio Oberto: A CORAZÓN ABIERTO

Hasta en la decisión que cambiará su vida para siempre, este gladiador vestido de jugador de básquet, pensó en los demás. Como nunca antes, sin dudas. Porque aunque para los médicos, su vida no corría riesgo, la sola idea de pensar que no vería más a su hermosa hija Julia, junto con su esposa y el resto de su familia, detonó en su cabeza la idea de parar. Esos temblores y mareos que sufrió antes de comenzar un partido, fueron la clave su retiro.

Esta historia comenzó hace tres años, cuando en 2007 le detectaron la arritmia cardíaca que lo obligó hace un año atrás, a entrar al quirófano. La situación era decisiva: si no pasaba por la sala de operaciones, corría riesgo de sufrir muerte súbita. A partir de lo hecho con el corazón del cordobés (se le realizó una “ablación cardíaca”, con catéteres que ingresan por la ingle y el cuello), las condiciones para la práctica deportiva eran óptimas. Las mismas que demostró en el Mundial de Turquía, cuando pudo pisar la cancha. Esa intoxicación estomacal que lo ausentó durante toda la fase de grupos y lo hizo regresar para el partidazo contra Brasil. De ahí en más, ya conocen el desenlace en Estambul.

Tipo distinto. En muchos sentidos. Amante de la tranquilidad vacacional en Las Varillas, su ciudad en el mundo, ferviente seguidor de Twitter y músico en potencia, Fabricio Oberto siempre se destacó. En su mundo conocido, como en el que sólo algunos tienen recuerdos. Profesional sobresaliente, irrumpió en el saber cotidiano cuando brindó su propio show en el Luna Park. ¿Con la guitarra eléctrica? Con la verde y blanca de Atenas puesta. Que imágenes aquellas, las de un pívot imparable contra Boca en las finales. El 4-0 para los de Córdoba fue un postal de lo que sería la carrera del Nº 7. Traspaso millonario al Olympiakos de Grecia (no se sintió cómodo), para luego viajar a España y convertirse en uno de los interiores dominantes en el básquetbol europeo. Tanto con el Pamesa, como con el Tau, supo ganar. Ganó cinco títulos en ambos clubes (3 en el primero y 2 en el segundo) para luego, cumplir uno de los sueños de su vida. Un tal Manu lo esperaba del otro lado del Atlántico…


Esa foto, tal vez, está tatuada en su corazón. Con el trofeo de campeón de la NBA, junto a su amigo Ginóbili, dos argentinos hicieron historia en la competencia más famosa del planeta. Con los Spurs, Fabri logró compartir la zona pintada con alguien que ya tiene asegurado un lugar en el Salón de la Fama de este deporte como Tim Duncan, y además con el mismísimo bahiense. Increíble pero real, Oberto se las arregló para convencer a Greg Popovich a pesar de su peso y estatura. Luchó contra las bestias americanas y fue titular en gran parte en la última temporada ganador de San Antonio. Sí, en su primer año en EE.UU ya se probó el anillo.

Ganador en Argentina, Sudamérica, Europa y la NBA, su extenso camino por la selección, merece un capítulo aparte. Grecia ’98 marcó su primer torneo mundialista. De la mano de Julio Lamas, quien lo confirmó como titular indiscutido de ese equipo que ya mostró algunos ribetes de lo que vendría después, cerró como 2º mejor rebotero. Un año antes, en la cita máxima de la categoría Sub 22 en Australia, había dejado a los scouts con la boca abierta. Semifinalista, sentía que vestirse de celeste y blanco era especial. Siempre lo fue. A partir de ahí, fue parte integral de una mística que llevó a un plantel a ser el mejor en toda la historia del deporte argentino. Con un rol protagónica dentro, pero más fuera del parquet, Fabricio fue uno de los puntales para fortalecer el proyecto de Rubén Magnano, que luego continuó Sergio Hernández. Más allá de los inmensos logros conseguidos, él junto a sus compañeros consiguieron dignificar el trabajo de jugador del seleccionado. O sea, dejar de lavar su propia ropa de entrenamiento y hospedarse en hoteles de poco nivel, a viajar en primera clase y practicar en lugares acorde a lo que un equipo ranqueado en el 1º puesto de la FIBA merecía. De esto, también fue parte Oberto.


Amigo de los amigos, con una sonrisa a la orden del día, pensamiento positivo y conciliador, este gladiador de las canchas, tomó una nueva dirección para el resto de su vida. Cuando hasta hace pocas semanas, pensaba en volver a jugar para la Argentina en el país en el Preolímpico del año próximo, el destino, por alguna razón, le dijo ¡para! Sin equipo durante el receso mundialista, Portland se convenció de llevarse a sus filas. Como el mismo lo mencionó, ya estaba haciéndose amigo de varios compañeros en su nuevo equipo. Pero esa sensación rara, tocó la puerta de su corazón y su cabeza pensó en algo más que simplemente el deporte.


En una decisión que lo muestra de cuerpo entero, a corazón abierto, Fabricio Oberto se retiró del básquet. Una disciplina que le dio mucho para enorgullecerse. Y él también nos dio a nosotros una lección, de vida. Saber cuando decir hasta acá llegue. Justo él, un inquebrantable e invencible ganador de la vida. Nos dejó Oberto. Claro que nos dejó… Una forma de ser única, como la Generación Dorada.


EL BOOM DE LA NOTICIA – ASÍ LO ANUNCIARON


El manager general de los Portland Trail Blazers, Rich Cho, elogió a Oberto: "Queremos agradecer a Fabricio por su profesionalismo y por su duro trabajo en el corto período en que estuvo con el equipo. Es desafortunado perderlo, pero respetamos su decisión de priorizar su salud y su familia".

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