martes, noviembre 10, 2009

LNB 09/10 – 9º y 10º Fecha: HIJO DE 1000…

Cuando esta temporada termine y la última gota de sudor, caiga sobre la madera de los estadios que habrá recorrido más de una vez, podrá decir que es único. Que es el tipo que hizo historia en la campaña número 26 de esta liga que se creó entre inquietudes y pocos adeptos. Tal vez, en un futuro que encuentre a la Argentina con estadios de gran nivel. ¿Por qué no soñar? Como lo hizo él un 28 de Marzo de 1988, cuando debutó con Atenas. Fue victoria contra GE de Pergamino. Fue el primero. Pasaron más de 21 años y el día llegó. Diego Osella, hijo de 1000.

Nacido en Oncativo, mientras jugaba en Unión, el club de su pueblo natal, dos equipos históricos del básquet cordobés se pelearon para ficharlo. Unión Española y el Griego querían a ese chico alto de casi 2,10m, pero el color esperanza fue el verde. Seguro, sin saber, nunca se iba a imaginar que ese color lo tendría pegado en e pecho durante toda su vida. Aunque jugó en Europa (España e Italia) y también lo hizo para Banco de Córdoba (47 juegos) y Estudiantes de Olavarría (58) en la A, él alcanzó el grado de ser sinónimo del club con el que colgará sus zapatillas. Condición que compartirá con nombres como el de Milanesio, Campana y pocos más.


El enfrenamiento contra Olímpico el viernes (había ganado el duelo en La Banda dos días antes), sirvió de ambiente para vestir al Cerutti de gala. Con la presencia de dirigentes de la Asociación de Clubes y de la provincia, Osella celebró con su familia en la platea y se unió a mamá Amanda, a su esposa Marisol y a sus hijos Facundo (12), Santiago (9) y Luca (6), este último nacido en Varese, en un abrazo mancomunado.

Según los que conocen toda la rica historia de la Liga Nacional, Diego no es un enamorado del básquet. Tipo tranquilo, que siempre supo adornarse al rol que el técnico de turno le daba, supero a través de los años la presión de jugar en el equipo top del país. Cuando dejó Atenas en 2002 para iniciar el trote por otras tierras, se sintió vacio, fuera de su hábitat. Claro, había conocido el placer de ser tetracampeón de varias ligas, título Sudamericano en 1993 y 1994; el Panamericano de Clubes en 1996 y la Liga Sudamericana en 1997 y 1998. Y todavía falta.

Osella es un ganador de este deporte. Porque lo supo jugar siempre. Inteligente, aprovechó sus años mozos para liderar a la Selección en el Panamericano de Mar del Plata en el ´95. También, guiño del destino, pudo ver la formación del equipo que hizo ignición en el Premundial de Neuquén en 2001 con Ginóbili y compañía. Fue actor presencial en el Sudamericano de ese mismo año (Argentina fue el ganador) de un plantel que lo ganaría casi todo. Ni más ni menos que la Generación Dorada de nuestro básquet. Él estuvo ahí.

Le queda un tirón hasta el final de la temporada. Buscará acrecentar los rebotes y las tapas para que los que vengan, se les haga más difícil desbancarlo del primer lugar estadístico en la historia de la LNB. Buscará ser protagonista en su Atenas querido y ser campeón, tal como lo logró en las finales contra Peñarol hace sólo unos meses. Pero, sin dudas, lo que intentará dejarles a los más jóvenes es su legado. El de dar todo por la camiseta que llevó puesta. En aquellos años más ajustada al cuerpo y ahora, más holgada. En pocas palabras, el sello Osella.


Interparejas. Se jugo la doble jornada donde los mismos equipos se veían las caras invirtiendo la localía. En la Norte, hay nuevo puntero. Regatas ganó en Corrientes y después hizo lo propio en Formosa para bajar a La Unión y subirse al 1º lugar. El resto fue uno para cada uno, donde sobresalió el duelo Quimsa-Libertad. Dos equipos con aspiraciones a pelear por todo que ceden en sus territorios pero que se reponen en rodeo ajeno. En la Sur, Peña le ganó a Boca en el Poli y La Bombonerita y se sumó con Obras al liderazgo de la zona.

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