lunes, mayo 12, 2008

UN ARTESANO

"Un artesano es una persona que realiza labores de artesanía. Contrariamente a los comerciantes, no se dedica a la reventa de artículos sino que los hace él mismo o les agrega algún valor. Los artesanos se caracterizan por usar materiales típicos de su zona de origen para fabricar sus productos. Cada una con materiales diferentes y que identifican el entorno. Es por esto que su labor marca la identidad de cada región y promueve la cultura de cada pueblo viajando alrededor del mundo". ¿Y que tiene esto que ver con un deporte como el boxeo, el cual muchos tildan de “no deporte”? Porque a la hora de hablar de la gran victoria de Omar Narváez por su 13º defensa del título mosca de la OMB (Organización Mundial de Boxeo), esta definición le cae como cinturón al campeón.

Es un ganador ineludible este chubutense. Por peso propio. Si nos alejamos por un segundo de la comparación (¿es verdad que las comparaciones son odiosas?) con la imagen para muchos inalcanzable de Carlos Monzón, este pugilista de 50 kilos y medio tiene un dominio de la situación sobre el ring, un control escénico que alarma. Positivamente, por supuesto. Para él es lo mismo guantear en su gimnasio, en el Luna Park o en España y con el público en contra. Construye golpe por golpe, decisión por decisión cada uno de sus triunfos.

Es magistral por derecho propio, contra quien le pongan adelante, porque boxea, pelea, ataca, contraataca, esquiva, vistea, cancherea, jabbea, tira rectos, tira ganchos, camina con elegancia, sabe de táctica, sabe de estrategia. Un tipo con todos los conocimientos para terminar su obra y que esta sea maestra. Pero si después de todos estos elogios, en el palo por palo no quedara bien parado, serían palabras que se las llevará el viento. Gana porque es ganador. Vence porque es dominador. Es campeón porque nadie puede con él. ¿Podrán? Es más fácil que a Luciana Salazar le atraiga un tachero después de 14 horas de trabajo…

Así retuvo su título ante un boquiabierto pretendiente, Iván Pozo, ex campeón de Europa, que terminó con la expresión de un principiante, en su rincón, al final del séptimo asalto. Es que Narváez no te gana solamente con los puños, lo hace con un impacto más fuerte: la desmotivación que te produce enfrentarlo. Su dominio psicológico de la situación lo marca como grande entre los grandes. Parece indestructible por donde se lo mire, y eso que tiene casi una mano menos ya que esa izquierda nunca volverá a ser la que fue antes del accidente sobre su moto. Es como un artesano sin los elementos necesarios para producir, pero que se las arregla igual y termina una obra de lujo.

Después que el árbitro americano Samuel Viruet terminara el combate por KO técnico en el octavo asalto, la figura del Enano se enalteció por si sola. Si decimos que Omar no puede ser comparado con Monzón, ¿mentimos? No, porque vamos a ponerlo al nivel de los grandes del momento: en julio, cumplirá seis años en el trono. Apenas lo supera el estelar galés Joe Calzaghe, titular supermediano desde 1997. Alcanzó la decimotercera defensa del título (la misma cantidad que Floyd Mayweather, considerado desde 2005 el mejor libra por libra) Lo que no hay que olvidar de decir, es que la categoría mosca, no es un espectáculo vendible en los Estados Unidos. Pero nombres como Pascual Pérez, Horacio Accavallo y Santos Laciar, engalanan los 50 kg para la historia del boxeo argentino. Y Narváez es heredero de esa tradición nacional.

Este largo camino empezó el 13 de julio de 2002 en el Luna Park. Siete veces en total en Argentina (tres en el Luna Park, tres en Chubut y una en Córdoba) y seis en el exterior (tres en Francia, dos en Italia y una en España). Pero lo mejor que consiguió el argentino, fue su prestancia de campeón con estilo personal. En el Pabellón Central de Vigo, donde Pozo se dio cuenta que era imposible la pelea, vimos otra demostración del ojo de tigre del vencedor.

Omar Narváez es un artesano. Porque utiliza todas sus armas, conocidas e incorporadas a lo largo de la historia grande de nuestro box. En los últimos años ha promovido la celeste y blanca por el mundo. Y siempre lo dejó en lo más alto. Su mano fue la que siempre se elevó al final de una velada. Sin dudas es un grande que va por el récord del Escopeta de Santa Fe. La comparación con su prolífera carrera parece incomparable. Pero, ¿para que buscarle el pelo a la sopa? Monzón fue y será un ídolo para nuestro deporte. Narváez es y será para la historia del boxeo argentino, algo bien grande. Eso si, lo construyó pieza por pieza y sin fisuras.

Así vivió la hinchada argentina el final del 7º y último round...
Narváez lo demolió

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