sábado, mayo 17, 2008

MIRADA OLÍMPICA


Cuando empezó en la esgrima a los 10 años, encandilado por una profesora de Gimnasia y Esgrima, Alberto González Viaggio nunca imaginó los sacrificios que le ocasionaría practicar este deporte. Trabajó de cadete, cartero, plomo de disc-jockey, panadero. Y muchas veces lo hizo para bancarse una actividad que hoy, lo tiene como el único representante argentino del deporte en los Juegos Olímpicos de Beijing. Hace varios años encontró la estabilidad laboral en el Ministerio de Economía, donde realiza trabajos administrativos. Pero, a la vez, el tiempo le empezó a jugar en contra para entrenar con la Selección y, obviamente, le restó chances a nivel internacional.

Típico argentino de clase media (¿no era que la esgrima para elitistas?), fue cinco veces ternado por el Círculo de Periodistas Deportivas para el máximo galardón, el Olimpia. Y además tuvo “su momento” a fines de la década del ´80 y principio de los ´90, cuando fue campeón sudamericano de florete en el 92, 94 y 95; y ganó el bronce en los Panamericanos 95. Pero el mal sabor que le quedó luego de participar en los Juegos de Barcelona 1992, no se lo olvida. Tampoco esa experiencia grandiosa. Por todo esto, y con la ayuda de Gustavo Pintos, su entrenador, llegó la hora de la revancha, tal vez, en el desenlace de su carrera deportiva: Beijing.

Como anticipo de un gran domingo en La Licuadora Deportiva, te presentamos un deportista romántico… Alberto González Viaggio. Disfrutalo en el Reproductor de Entrevistas.

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