miércoles, diciembre 10, 2008

La Final del TC2000: PECHO ARGENTINO


Se hizo justicia. Un sentimiento que le brotó, sin dudas, a Jose María López. Sí, el padre de Pechito. Un hombre que mamó desde pequeño, al igual que este joven piloto, lo que es el automovilismo. Un padre que tuvo que padecer junto a su hijo, el poco apoyo económico que lo eyecto de la posibilidad para subirse a un auto de la máxima categoría en el mundo. “Papá, me quiero volver, no quiero saber nada más con la F1. No llegás sólo con talento". Esa frase, que todavía le sigue retumbando en la cabeza a Jose María padre, tuvo en el fin de semana que pasó una confirmación parcial. Porque el talento del cordobés que dominó la segunda parte del año arriba de su Honda, lo enaltece como un tipo rápido y súper competitivo. Pechito es argentino y en Argentina mostró su valía. Claro que sí.

Hay un nuevo campeón. Después de la mini era que forjó Matías Rossi con el equipo Chevrolet y su bicampeonato (´06-07´), otro corredor pura sangre levantó el trofeo del supremo. Justo en un tiempo donde la categoría más popular del país ve como un tipo que le saca una década de vida a Pechito como Ortelli, se consagra como quíntuple, a su vez era el candidato para todos en la primera parte del año del TC2000. Pero algo cambió. El rumbo del torneo tuvo un giro clave. Saquemos cuentas…

Pechito cosechó en el transcurso del año 174 puntos, marcó 8 pole position, consiguiendo 4 victorias y 3 récords de vuelta. El ex piloto de pruebas del equipo Renault de Fórmula 1, sumó 109 puntos entre la mitad y el final de la temporada, para así alzarse con la corona. El sprint final de López en el campeonato fue contundente. Además de conseguir el 62% de los puntos en este período, este rendimiento se dio justo en el momento en el que su rival directo de la marca del Rombo, Guillermo Ortelli, sufrió su primer quiebre en Oberá, luego de que JM consiguiera los 33 puntos de la carrera más importante del año: los 200 kilómetros en el Juan y Oscar Gálvez de Bs. As. Todo un número, ¿no? Fue tan duro el contraste para el de Salto, que arañó el subcampeonato por sólo dos puntos contra el Pato Silva. Buena Honda…

Sin dudas, su llegada le dio un golpe de calidad a nuestro deporte motor. ¿Cómo no disfrutar ver a un piloto que, según la adquisición de datos en los entrenamientos con el team de GP2 (categoría antesala de la F1) de Enrique Scalabroni, tenía una velocidad de movimientos de piernas y brazos poco común? En sí no era poco común, sino que era similar a los que se suben a las butacas de la máxima. En pocas palabras, Pechito siempre tuvo las condiciones para estar girando en los Grandes Premios contra los Hamilton, Kubica, Glock, Piquet y demás. Porque él corrió contra ellos. Porque él fue más veloz que ellos. Les ganó y le ganaron. Porque el talento en esas muñecas y en esa mentalidad competitiva a fondo, lo codean con los grandes apellidos del mundo. Pero como no alcanzó a conseguir casi un cuarto de millón de dólares, tuvo que pegar el regresó amargo para estas tierras. Las que poco conocía. En las que casi nadie lo conocía.


El Nº 37, hace dos semanas atrás, pensó que Potrero de los Funes le había dado su cuarta victoria y el título. Pero por cuestiones de carrera, la definición se estiró hasta la última en Punta del Este. Este callejero, renovado, más peligroso y rápido que el del año pasado, era el punto culmine de la 29º temporada en la historia e la categoría. Los roces y posteriores accidentes contra las paredes de este laberinto pistero, fueron moneda corriente en todo el fin de semana. Con las aguas claras del Río de la Plata a metros del sonido fuerte de los motores, José María sufría un el sábado un golpe que llenaba de nervios a todo el equipo. A pesar de todo, el domingo fue cosa juzgada. Mientras el Callejero Basso repetía triunfo como el año pasado con el Focus, Pechito terminaba séptimo para sellar la consagración.

Así de rápido pasó este 2008 para el campeón. Así de rápida pasó su vida arriba de los autos. Cuando partió rumbo a Europa, su mamá Mabel lo despidió con tan sólo 14 años. Era un chico. A la fuerza tuvo que crecer. Entre buzos antiflama y el casco, tuvo que aprender a cocinar, planchar y todas las tareas del hogar. Un hogar solitario. Con el teléfono como su única compañía y traductor de los sentimientos de añoranza, la familia en Córdoba siempre lo cuidaba. A la distancia. Por suerte, después del chapuzón en el mar, todos ellos lo esperaban para celebrar con lo que estuviese al alcance de las manos. Como aquella oportunidad que tuvo de ser otro argentino en la historia de la Fórmula 1. El destino, por ahora, no quiso que se de. Pecho es argentino. Y eso, es un orgullo para todos.


El resumen de la última fecha del año - Basso ganó y Pechitó festejó


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