Cansada y afónica. No es para menos, después de semejante emoción y festejo. Claro, campeón del mundo no se sale todos los días. Y menos para ella, que aún con 20 años (nació el 15 de Octubre de 1989), se convirtió en la jugadora mas joven en levantar el trofeo para la Argentina. Algo impensado seis años atrás, cuando en la misma ciudad pero en diferente ambiente, apoyó al equipo desde las tribunas en el Champions Trophy que sirvió como despedida de Cachito Vigil. Por aquel entonces, ya merodeaba el hábitat de Las Leonas.
Pasó el tiempo. Mientras Delfina la rompía en su equipo, Banco Provincia, la selección de hockey seguía dándole alegrías cuando las seguía por la tele. Sentada y sin que nadie la mueva, soñaba jugar al lado de Aymar y Soledad García, una de sus jugadoras predilectas. Hasta que un día, y con la llegada de Retegui al banco argentino, fue citada al plantel mayor. Llegó para quedarse. Desde que recibió la primera citación, nunca más se vio fuera de la lista en cada convocatoria que delineaba el Chapa. De a poco, el sueño se hacía realidad.
Con el 2010 en curso y la cabeza en Rosario, esperó ansiosa la confirmación. Cuando se vio dentro de las 18 que disputarían el torneo más importante para el hockey femenino después de los Juegos Olímpicos, su sonrisa le cubrió la cara. Pero también, internamente, juró venganza. Es que un año atrás, en Boston, EE.UU. y por la final del Mundial Junior, las holandesas dejaron a Las Leoncitas con el subcampeonato. Un agregado más para vestir con enorme orgullo la camiseta Nº 12 de la Argentina. Parte del recambio que le daba oxigeno desde el banco al equipo, Merino supo ganarse su lugar y mostrar su despliegue en la mitad del campo.
Ahí la ven. Contenta, al lado de Romina Vatteone y su pequeño hijo en brazos. Cumplió el sueño de toda su vida. Ser una Leona y alcanzar la gloria. Ella, es parte de una fantástica camada de chicas que intentará seguir marcando historia para el hockey argentino. Casi sin voz, en la charla que tuvimos y que podrán revivir en EL REPRODUCTOR, se la notaba exultante. Para no estarlo, ¿no?
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