domingo, noviembre 30, 2008

Mundial de Ajedrez: SABOR AGRIDULCE EN DRESDEN



Hombres y mujeres tuvieron rendimientos opuestos en las Olimpíadas de Ajedrez que se celebraron en la ciudad alemana de Dresde. El equipo femenino (preclasificado 29) estuvo cerca de pasar a la historia ya que si obtenía la última serie de partidas hubiese superado su mejor actuación histórica. Por su parte, el masculino fue la cara opuesta. Con una pésima actuación de Rubén Felgaer, primer tablero argentino, el conjunto masculino (31) finalizó en el 69º colocación, la peor de su campaña.

El puesto 29 en el que figura el combinado compuesto por Carolina Luján, Claudia Amura, Marisa Zuriel, María Plazaola y Stephanie Amed, no representa la gran actuación que tuvieron. De arranque generaron expectativa porque lograron empatar con el último campeón, Ucrania, en la primera jornada. Inmediatamente después, tuvieron una derrota ajustada frente a Alemania y otra frente a un rival de menor ranking como Australia. Parecía que la sorpresa del día 1 quedaba sólo en la anécdota.

Pero a partir de ahí las argentinas fueron regulares. A partir de los resultados obtenidos por Luján y Amura, y las especulaciones que se podían hacer en los otros tableros, se gestaron grandes triunfos. Sobre todo lo hecho por Luján. La joven maestra internacional disputó partidas de igual e igual ante las mejores del mundo y mantuvo su invicto hasta la última jornada en que perdió frente a la bielorrusa, Anna Sharevich.


Hubieron victorias sencillas frente a la República de Seychelles, Surinam y Algeria, pero también se le ganó con contundencia a selecciones europeas como Dinamarca (preclasificado 58) y la República Checa (18). Después llegó una derrota frente a uno de los candidatos al título como lo era Armenia y la victoria ante Vietnam le otorgó una posibilidad histórica. Acumulaban 13 puntos y compartían el 5º puesto con otras tantas naciones. Había que enfrentar al conjunto bielorruso que era un rival respetable pero la Argentina ya había vencido a varios adversarios de esa magnitud. En el recuerdo estaba la 8º ubicación de Salónica 1984, la mejor actuación histórica, y en Dresde había claras chances de superarla. Sin embargo, fue 3 a 1 para las europeas con derrotas de Luján y Amura y tablas de Zuriel y Plazaola para quedar sin el gusto de cumplir el hito pero sabiendo que se logró una excelente performance.

Con el equipo masculino se produjo una gran decepción. En las últimas ediciones de las Olimpíadas, por un motivo o por otro, no se había podido presentar el mejor equipo posible. Pero en esta oportunidad la Argentina llegó con todo lo que tenía. Con Rubén Felgaer consolidado como bicampeón Argentino, con Diego Flores con un buen rendimiento y una maduración que en la edición pasada no contaba, un joven Anton Kovalyov con una buena actuación en el último Argentino y grandes maestros como Fernando Peralta y Daniel Cámpora que aportan su experiencia también.

A pesar de todo el resultado no fue el esperado. Felgaer comenzó teniendo una floja actuación desde el primer tablero y nunca se pudo recuperar en todo el torneo. Perdió cinco de las nueve partidas que disputó y no pudo lograr ninguna victoria, ni siquiera con rivales de mucha mejor jerarquía que él.

Además sus compañeros tampoco ayudaron mucho. Peralta fue regular pero cuando tuvo que reemplazar a Felgaer por bajo rendimiento perdía también su partida, entonces casi siempre se empezaba en desventaja la serie y se complicaba la posibilidad de ganarla. El único que tuvo una actuación destacada fue Flores, que si bien casi siempre jugó con rivales de menor ranking al disputar el tercer o cuarto tablero, fue efectivo y obtuvo 7 de los 10 puntos que disputó mientras que sólo perdió una vez.

Los jugadores argentinos siguen haciendo esfuerzos enormes mientras que las condiciones de competencia no son las mejores. Mientras tanto pelean hasta lo que más pueden, a veces hay resultados por encima de las expectativas y otras veces no. Georgia obtuvo la competencia femenina y Armenia repitió en la masculina mientras acá se siguen viendo esos puestos de privilegio con la nostalgia que genera Najdorf.

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