miércoles, marzo 31, 2010

TC en el Gálvez: LEDESMA, CHIVO…

Un domingo ideal. Los adoradores del General Perón, dirían que fue un claro domingo peronista. Pero después de tanto tiempo sin estar en una carrera del TC, yo digo que el domingo fue un día teceísta. Volver a pisar las gradas del autódromo de Buenos Aires, me hizo recordar los fríos pasados, los festejos pasados por agua, como en aquella final del ’94 cuando Lalo Ramos chocaba contra las gomas en plena recta mientras le bajaban la bandera de campeón de la categoría. También, otras imágenes que son marca registrada de esta pasión argentina. Porque es pasional pagar $90 pesos una entrada en el talud ($80 está la General) más otros 40 de estacionamiento para ver girar autos en un circuito. Es el amor a la tradición, lo que pasa de generación en generación. No importa sí son hinchas de Ford, Dodge, Chevrolet o Torino. Todos juntos están. Comparten una factura o te convidan con un vaso de agua fresca cuando el sol te come la piel. Esa es la familia del Turismo Carretera. Esa es la gente que disfruta con esta categoría, única en el mundo. Por todo esto. Y porque da espectáculo. Casi siempre. Al menos, en el Gálvez y por la 3º fecha, vimos un show desde la mañana temprano. Pasó de todo.

Se sabe. Lo saben los pilotos y sus equipos, que las carreras en La Catedral son diferentes. Por la cercanía de los patrocinadores, porque mucha gente que no puede viajar al interior del país va al autódromo; pero esta tenía un condimento especial. Después que Moriatis y el Gurí Martínez se quedaron con las finales en Mar de Ajó y Balcarce, el mundo fierrero se empezaba a preguntar si los Ford no tienen demasiada ventaja con el toque a su favor en el reglamento. Esta era la carrera. Una competencia que, tal vez y según el resultado final, podía definir por parte de la ACTC, otro toque pero para nivelar las acciones. Fue un carrerón. Ya desde la sorpresa que dio Próspero Bonelli en la clasificación, al robarle la pole a Ugalde, se avecinaba un domingo no cualquiera. Y el público, que siente particulares vibraciones con el TC, se dio cuenta y llenó el Juan y Oscar Gálvez para ver un show de emociones.


Las series tuvieron de todo. En la primera, Johnito De Benedictis se vino con todo desde la 4º ubicación para quedarse con la batería que sirve como despertador sonoro para todos. En la segunda, hubo duelo de marplatenses: Ugalde supo conservar su posición, dominó de punta a punta la serie y se ganó el derecho de largar del lado de la cuerda en la tercera final del año. ¿Ledesma? Terminó 2º, pensando como correr al Nº 8 del óvalo. Y cuando el sol comenzaba a calentar de otra manera, Dodge apareció en la tercera serie para imponer su dominio. A pesar de haber largado segundo, Jonatan Castellano pudo dominar y dejar atrás a su compañero de equipo, el Tati Angelini. Todo estaba dado para ver un gran espectáculo en la definición.

Mientras los hermanos Patronelli se paseaban en la autobomba por el circuito Nº 12 de Bs. As. y recibían los aplausos de los más de 30.000 espectadores, la familia Carburando también tenía su merecidísimo reconocimiento: 50 años junto al automovilismo deportivo. Un aplauso sostenido para ambos, defensores de la bandera y sinónimo de una forma de trabajo. Todo estaba listo. El sol que rajaba la tierra, invitaba a poner en marcha los motores del TC.

Cambiante, emocionante, sin respiro fue el desarrollo de la final. La primera alarma sonó en las primeras vueltas. Poco después de entrar en el cuarto giro, Ugalde siguió de largo en la chicana del Ciervo al romper un extremo de dirección. El candidato de la mayoría, que había mostrado un ritmo arrollador, se iba temprano. ¿Quién heredaba la punta? La Naranja Mecánica de Lobería, señores. El Pinchito Castellano y su furiosa Dodge parecía que se iba a encaminar a su primer triunfo en la categoría, pero otra vez, el destino dejó sin nada a Jonatan. Parece que Buenos Aires no es el escenario para él. El año pasado, cuando se encontraba primero, pisó una mancha de aceite que lo alejó de su objetivo. Esta vez, la rotura del neumático trasero derecho (vuelta 18) lo dejó fuera de competencia. Dos que tenían un poder extremo, perecieron. Pero él, el protagonista principal, no quería ser uno más.

Es chivo Ledesma. Un chivo de ley. Sin dudas, el mejor de la marca en las primeras dos carreras. Y lo confirmó con un ritmo tremendo durante las 25 vueltas de la final. Ni cuando entró el auto de seguridad que juntó a todos y le permitió achicar la distancia con Castellano, su Chevy se enfrió. Aprovechó para pasar a Ponce de León y De Benedictis (también abandonó por pinchadura) y ahí, miró a los que iban adelante a la espera de un milagro. Y ese milagro llegó. A partir de eso, nadie lo iba a poder parar hasta conseguir su sexta victoria en el Gálvez.


Fue hermoso volver a ver al TC. Está intacto, como si los años no pasaran. Obvio, los autos son cada vez más rápidos (en la recta opuesta se transitó a casi 265 km/h) y el show está mejor armado que a principios de los ’90. Pero lo que mantiene viva la pasión es la renovación permanente, que nos permite disfrutar de una final como la del domingo. Para el cierre, me animé a preguntarle a un nene de no más de 4 años que estaba al lado de su papá, ¿quién había ganado? “Ledesma, un chivo”, me contesto… Tenía razón.

TC X TV - La Final en el Gálvez





BANDERA VERDE: Grandes actuaciones en Buenos Aires

OMAR MARTÍNEZ. Venía de ganar en Balcarce, comenzó de manera errática la final. Recibió un toque de Mathias Nolesi y quedó último en la primera vuelta. El Gurí se recuperó y, entre 45 participantes, llegó en el 12° lugar con su Ford amarillo.

MATÍAS ROSSI. Se había perdido la anterior por enfermedad (paperas) y volvió con todo: después de una pobre clasificación (19º), tuvo una final espectacular, a gran ritmo y con sobrepasos espectacular para alcanzar el tercer lugar del podio.

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