lunes, septiembre 01, 2008

HISTORIA DE LOS JUEGOS OLÍMPICOS (Parte III)


EL RACISMO EN LOS JUEGOS ALEMANES

OWENS DESAFIÓ AL NAZISMO


Las fiestas del deporte que se vive en los Juegos Olímpicos muchas veces se vieron ensuciadas por temas políticos. Alemania tuvo la posibilidad de celebrar dos Juegos y en ambas oportunidades el racismo incidió en las competencias.

La primera cita alemana se dio en pleno auge del nazismo previo a la Segunda Guerra Mundial. Berlín 1936 sirvió para aplicar la estética nazi y fue usado como vehículo de propaganda por el régimen hitleriano como nunca antes había ocurrido. La superioridad aria alemana sería difundida en todo el mundo a través del deporte.

El partido Nacional Socialista Alemán había ganado las elecciones en 1933, dos años después de la elección de la sede. La persecución a la comunidad judía ya había sido ampliamente extendida y, aunque la represión antisemita disminuyó considerablemente durante la época de los Juegos, el repudio general se hizo sentir. Los Juegos estuvieron a punto de ser boicoteados por Estados Unidos, Gran Bretaña y España, entre otros, pero finalmente todos menos el país ibérico terminaron asistiendo, con la excepción de algunos atletas que no estuvieron de acuerdo.

Pero en un país donde la segregación social alcanzaba el ámbito del deporte (los judíos no podían ingresar a instituciones deportivas), donde se pensaba que existía una raza superior y que no tenía que ensuciarse a través del mestizaje con razas inferiores, un afro americano se convirtió en la figura de los Juegos Olímpicos de Berlín.

James Cleveland Owens (12 de septiembre de 1913 - 31 de marzo de 1980), más conocido como Jesse Owens consiguió fama internacional al conseguir cuatro medallas de oro: en los 100 metros derrotando a su compatriota Ralph Metcalfe (favorito en la prueba); en salto en largo, en 200 metros y, finalmente, junta al equipo de relevos 4x100 metros para conseguir su cuarta medalla. Esta marca de cuatro medallas de oro en unas olimpiadas no fue igualada hasta 1984 por Carl Lewis.

Fue aclamado por 110.000 personas en el Estadio Olímpico de Berlín y más tarde, muchos berlineses le pedían autógrafos cuando le veían por la calle. Esta popularidad obligó al mismo Hitler a tener que darle una señal de saludo. El mismo Hitler que sólo aplaudía las victorias alemanas y que se negaba a saludar a competidores de otro origen étnico.

Pero Owens no tuvo que llegar a Alemania para sentir en carne propia el racismo. Aquel país de las oportunidades y símbolo de libertad al cual representaba mantenía vigente en un amplio sector de su sociedad el ideal de la superioridad de la raza blanca sobre la minoría negra. Aquel país que se llenó la boca hablando de la discriminación a los judíos por parte del nazismo, ninguneó a la figura de esos Juegos Olímpicos.

Owens contaría que cuando volvió a los Estados Unidos tuvo que volver por la puerta de atrás. Su marginación como la del resto de los negros continuó. Si bien no fue invitado a estrechar la mano de Hitler, tampoco fue invitado a la Casa Blanca a dar la mano al Presidente.

Tres años después de sus victorias en Berlín, un negocio fallido obligó a Owens a declararse en bancarrota. Llevó adelante una vida modesta ya que no obtuvo las ventajas económicas que hoy en día tienen los atletas afro americanos. Pasó a ser un promotor del deporte, esencialmente un animador de espectáculos. Jesse Owens murió el 31 de marzo de 1980 con 66 años, debido a un cáncer de pulmón, en el Estado de Arizona.



LA MASACRE DE MUNICH

Los Juegos celebrados en la ciudad alemana de Munich en 1972 dejaron al margen todo aspecto deportivo debido a lo que fue considerada la mayor tragedia del Movimiento Olímpico. El 5 de septiembre nueve terroristas palestinos del grupo Septiembre Negro invadieron la Villa Olímpica, ingresaron a dos habitaciones del equipo israelí y, luego de matar a un entrenador y a un pesista tomaron como rehenes a nueve atletas israelíes.

El conflicto en Medio Oriente llevaba 24 desde la fundación del Estado de Israel en 1948 a manos del sionismo. Luego de una intensa pujanza por el control de la Tierra Santa, el conflicto se trasladó a estos Juegos Olímpicos con el objetivo de negociar a estos atletas a cambio de 234 palestinos presos en cárceles israelíes y dos más encarcelados en Alemania, así como su traslado seguro a Egipto. La respuesta de Israel fue inmediata y contundente: NO HABRÍA NEGOCIACIÓN.



Luego de negociaciones tirantes y la negativa del gobierno alemán de recibir ayuda por parte de las fuerzas especiales israelíes, se llegó a un acuerdo ficticio con los secuestradores. Dos helicópteros los llevarían a ellos y a los rehenes al aeropuerto de Munich y desde allí un avión los transportaría hasta El Cairo. Pero nada de esto pasó...

Una emboscada, con francotiradores inclusive, los esperaba en una base aérea de la zona de la Alta Baviera. Cuando los helicópteros tocaron tierra y la inexperimentada policía alemana reaccionó se inició una ola de tiroteos que terminó con la vida de cinco secuestradores, un policía y de los nueve deportistas secuestrados.

Un nuevo conflicto racial se generaba en unos Juegos realizados en Alemania. Pero esta vez, en los Juegos de la reivindicación alemana, el país europeo no fue el responsable directo de la desgracia, aunque si tuvo graves implicancias.

Pero además de todo el daño causado, esta tragedia opacó la actuación del judío de origen norteamericano, Mark Spitz. El nadador fue la figura de los Juegos de Munich y se quedó con la magnífica marca de 7 medallas doradas en las 7 competencias en las que participó y con 7 récord mundiales rota por Michael Phelps hace días nada más.

Vaya paradoja, como el afroamericano Jesse Owens se convirtió en la figura de los Juegos de Berlín 1936, un judío repetía el hecho 36 años después. Antes bajo la tutela del nazismo y la reivindicación de la superioridad aria, luego con una Alemania renovada pero en una sociedad que sostiene un dejo de racismo. Las etnias históricamente señaladas por la “superioridad de la raza alemana” demostraron al mundo, en unos de los mejores terrenos posibles para dar una lección, que el deporte no distingue de etnias, que no hay mejores ni peores naturalmente definidos, ni en el deporte ni en ningún otro hecho social...



Las víctimas mortales de la masacre de Munich

· Moshe Weinberg (entrenador de lucha libre)
· Yossef Romano (halterofilista)
· Ze'ev Friedman (halterofilista)
· David Berger (halterofilista)
· Yakov Springer (juez de pesas)
· Eliezer Halfin (luchador)
· Yossef Gutfreund (árbitro de lucha libre)
· Kehat Shorr (entrenador de tiro)
· Mark Slavin (luchador)
· Andre Spitzer (entrenador de esgrima)
· Amitzur Shapira (entrenador de atletismo)
. Anton Fliegerbauer (oficial alemán de la policía de lucha contra el terrorismo)

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