viernes, julio 17, 2009

Nota de Foto: CHE, ¿CUANDO ABREN LAS PUERTAS EN EL GÁLVEZ?


Son las cuatro de la madrugada. Fin de semana helado en Buenos Aires. “¿No había fecha de TC hoy, che?...” Salta un salteño que se pegó un viaje para ver a su tía porteña y de yapa pensó primero en aprovechar y hacerse una escapada para el Gálvez. “Que linda esta entrada che… Cuanta historia hay acá..”. Hablaba sólo el hombre. La chata, esa Ford modelo ´68, tenía la radio fuerte para sacudir el frío y esperando algún tema que también sacuda ese cuerpo sin casi dormir. “Ni la policía anda por acá…” Carlitos no dejaba su asombro atrás. Estaba en la Gran Capital para ver al Pato Silva, al campeón Ortelli y a su ídolo máximo (el Gurí) A disfrutarlo. ¿Lo habrán dejado?

Las agujas del reloj ya marcaban las cinco. Carlitos, sacándose las lagañas de los ojos, había tomado una desición más que importante. Al ver venir al hombre con el carrito del café y unas facturas que habían salido del horno hacía poco tiempo, se despertó de golpe. “Jefe, un café con leche y déme… esa con pastelera y dos de manteca”. Y mientras le pagaba al señor que tenía una bufanda que casi le tapaba los ojos, se animó a preguntar porque tanta soledad en una supuesta mañana de Turismo Carretera en La Catedral: “Hermano, ¿qué pasa que no hay movimiento ni nada?” El viejo lo miró medio torcido y se fue. Sin decir ni mu. Despacio porque el viejo rasgaba la cara y hacía tiritar los huesos. Carlitos, sorprendido, se llenó la boca con el café caliente y se quedó pensando. Sólo. Como hasta ahora…

Diez minutos más tarde, cuando la panza estaba llena y el desayuno consumado, tomó otra desición. Ahora sí. Tenía que saber porque no se escucha el ruido de los Falcon, las Chevys Super Sport, los Toros y la Dodge GTI en plena Avenida Roca. A dos cuadras de la puerta principal del autódromo y a metros de la bajada de la General Paz, un puesto de diarios y revistas le iba a sacar la gran duda. “Señor, buenos días…”, se presentó Carlitos con esa tonada del norte argentino. “Si amigo, ¿qué te puedo dar? …”, contestó el canillita, joven y que no se corría de al lado de la estufa que estaba a sus pies. “Mire, la verdad es que llegue hace unas horas de Salta y por lo que sabía hoy, ¿no hay carrera acá?”. Carlitos ya estaba impaciente, encima que no veía a nadie, sólo, con frío y ni siquiera alguien le cantaba la justa. ¿Qué le diría el del puesto?

“Vos no lees los diarios, ¿no?”. Con ese menú porteño, el pibe le quería decir a Carlitos que algo estaba pasando. “Es que como estuve laburando a full y después me vine no pude escuchar nada allá”, se excusó. El diariero, en una pila de diarios que le habían sobrado de la semana pasada y a modo de servicio informativo, agarró uno. Abrió la página 32 de un suplemento deportivo que decía: LA ACTC SUSPENDE LA FECHA EN BUENOS AIRES. Nuestro amigo de Salta quedó atónito. Incrédulo, se agarró la cabeza y pensó cualquier cosa. “No me digas que por la porcina esta de m… se suspendió la carrera” El canillita le hizo con la cabeza. Se quería matar. Y no era para menos. Esa pasión fierrera se quedaba sin lugar para expresarla.

Carlitos, resignado, se sentó en el asiento completo la camioneta. Pensó en las promotoras que se perdió de ver, en el buzo que no se podrá comprar con los colores del ovalo y en como su ilusión de ver ganar al Gurí Martínez se perdía por la emergencia sanitaria que vive el país y gran parte del deporte. “Y bueno, al menos espero que la tía me espere con unos mates…” cantó el salteño. Igual, se quedó pensando. Y mientras pensaba en las promotoras, el Gurí, el café que se había tomado, también que el flaco del puesto parecía que estaba medio tomado, encendió la chata y se fue diciendo, “porque no abren las puertas, che…” Grande Carlitos. Un domingo distinto sin el TC…

No hay comentarios.: