jueves, julio 02, 2009

El Huracán y el Chino: UNA DELICIA… UN ESPECTÁCULO


Fueron dos grandes exhibiciones. De eso, no hay duda. Cada uno con su forma. Cada uno exponiendo los puños como más les gusta. Como el momento de sus carreras lo pide. Como su cabeza les dicta. Pero hay algo que estos dos boxeadores, los mejores del momento para el pugilismo argentino comparten. Y es su gran corazón. Uno a sólo días de cumplir 34 años de edad. El otro, con 25 jóvenes años y una carrera que empieza a despegar. El más veterano es supercampeón en su categoría mosca OMB. El que saltó al cuadrilátero hace poco tiempo se consagró como ganador del cetro interino de los superligeros AMB. Uno hizo de su pelea una delicia. El otro, un gran espectáculo.

El Huracán, el mejor. La verdad, provoca fastidio verlo a Omar Narváez en un combate por la defensa de su título mundial. ¿Ustedes creen que estoy loco? A lo mejor me he vuelto después de ver otra magnífica obra de arte pintada con los puños del chubutense. 160 centímetros y poco más de 50 kilos de seguridad pura. Sin rodeos va el Huracán cuando queda entre las cuerdas. Se los pasea a todos ya. Es un afano, suspéndalo. Pero lo más motivante para los de afuera (o sea, nosotros) es que el hombre está intacto, en la mejor etapa de su carrera profesional. Desde aquella pelea por el campeonato frente a Adonis Rivas en el Luna en 2002 pasaron: Lazarte, Sarritzu, Morales, otra vez Sarritzu, Mahmutov, Martins, Inom, Flores, Ramos, Asloum, Márquez, Tamara, Pozo, Hernández, Whitfield y el último que padeció el poder de síntesis en Corrientes y Bouchard, el mexicano Soto. El mismo se jactó de confirmar que le queda hilo en el carretel. Y la actualidad lo confirma porque se sacó el peso de las 14 de Monzón y tiene algo en mente. “Hay un campeón que tiene más de 20 defensas. (Ricardo Finito López con 22) yo ostento 16 y creo que tengo para un par de años más. Eso sí: debo continuar cuidándome y haciendo bien las cosas…” Esta dicho. Otra clase de Narváez. Otra más. Y van…


El Chino, un pegador. ¿Todos se acuerdan de ese boxeador flaco que apareció con todo y que volteaba a los muñecos que se le ponían enfrente en menos de 180 segundos? Volvió. En tierra desconocida. En el mundo de las estrellas. En Hollywood. Ahí, en la tierra de las oportunidades como dicen los más americanos de los estadounidenses, combatió Marcos Maidana. Y en ese lugar, donde se habla un idioma que, tal vez, el nacido en Margaritas poco entienda, se vio una pelea fantástica para esos que disfrutan del boxeo cuando no encuentran una película interesante en el cable. Electrizante, cambiante y ofensiva se puede calificar a la pelea que hizo explotar al Staples Center de Los Angeles. El súper protegido Víctor Ortíz, con el espaldarazo de De la Hoya y su Golden Boy Promotion, le hizo sentir el rigor al santafesino. Lo doblegó dos veces y tuvo triunfo por la vía rápida en sus manos, pero no supo concretarlo. Pero algo cambió en la previa del tercer round. Cuando se sentó y Miguel Díaz (su coach) le dijo exactamente lo que debía hacer para festejar, Maidana salió con todo. Como siempre. Como lo manda su corta historia. Un corte sangriento en una ceja, mediante un espectacular golpe de izquierda del argentino fue el final antes del sexto. Triunfo tremendo en un combate con el mismo adjetivo. ¿El futuro? Deberá esperar la pelea que protagonizará el ucraniano Kotelnik, que le ganó en Febrero pasado. La sangre le fluye por las venas al Chino. Estará en sus puños y en su cabeza, poder construir un futuro ganador.

El Huracán y el Chino. Tel vez, el deportista del siglo XXI en la Argentina. Tal vez, el pibe de un pueble rural de Santa Fe que quiere llenar un estadio como el Luna y un día que lo comparen con Narváez.

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