Es parte de la historia del deporte argentino. De nuestro básquet. Para muchos, también fue parte de la jugada del básquet. Ese arranque fugaz, ese giro estrepitoso del base de la selección. Pase a Ginóbili y dobleeeeeeeeeeee. El marcador final en decía: Serbia 82 – Argentina 83. La selección de Magnano se tomaba revancha de la definición en Indianápolis 2002 y al mismo tiempo, sin darse cuenta, se agachaba para empezar a sentir la dorada en el cuello. Él fue parte. Importante, como todos.
En estos momentos, cuando el técnico Hernández está a la espera de varias de sus figuras, se viene un hecho merecido. Tipos como Juan Espil, Hugo Sconochini, Pepe Sánchez y el protagonista de esta nota, lo ganaron con el esfuerzo. Porque atravesaron las épocas de cambio en la selección. Esas en donde los hoteles no eran los mejores, la ropa estaba gastada y sólo ellos saben cuantas cosas más. Este personaje de 1.80m nacido en la capital del básquetbol (Bahía Blanca) un 1 de Enero del ´72, es un Puma con todas las letras.
Puso primera en 1989 en Sport Club Cañada de Gómez y luego pasó en la 94/95 a Olimpia. Cuatro temporadas exitosas en Venado Tuerto y después se vino a la Gran Capital. Boca Juniors lo disfrutó sólo una temporada en la Liga Nacional porque del club de la Ribera voló al Reggio Calabria italiano. Ya era un enorme conductor en Argentina y lo confirmó en Europa. Tres años pasaron y en la 2002-03 jugó la primera de sus tres campañas con el Pamesa Valencia. Breve paso por el Armani Jeans Milano para desembocar, siete años después, en la LNB. El Regatas correntino lo cobijó en sus últimos tiempos como líder del equipo. Un cuerpo gastado por su pasaje internacional y con la celeste y blanca, lo hicieron tomar la desición. El 17 de abril anunció su retiro del básquet profesional luego de perder contra Atenas de Córdoba, en el 5º partido correspondiente a los cuartos de final.
Alejandro Ariel Montecchia habló con La Licuadora Deportiva sobre su despedida oficial de la Selección Argentina. “Todavía no me vi con los chicos, así que calculo que mañana (por hoy lunes) pasaré por el entrenamiento…” El jueves y contra Australia, el estadio que ya es una leyenda del básquet nacional, lo recibirá como se lo merece. El Osvaldo Casanova va a aturdir a los canguros. Un hijo pródigo como el Puma recibirá un enorme premio. Tal vez, la mayor ovación de su vida. Será en su casa. Será con su camiseta predilecta. La que todos, desde el 2002, tenemos puesta. Reviví la entrevista con Montecchia en el Reproductor.
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