martes, octubre 13, 2009

La Definición – Sudáfrica 2010: EL GOL DEL PUEBLO


No sabía como gritarlo. Para serles honesto, a unos cuentos metros y con esa lluvia que casi ocultaba a los jugadores en la cancha, no vi quien metió la pelota al fondo del arco del interesante Leao Butron. El canto de gol, algo único para un relator, fue sorpresivo porque el partido se moría en el Monumental que veía como, tal vez, se diluviaban las chances argentinas de viajar a Sudáfrica el año próximo. Pero apareció él para escribir otra página gloriosa. Un elegido del destino que lo puso ahí, donde su condición de rompe redes, confirmó la regla de tocado. De único. Algo sin igual en los últimos 25 años de nuestro fútbol.

El público empezó a corear su apellido cuando promediaba el primer tiempo. Ante la sorpresa de quien escribe, me di cuenta que la situación era extrema. Imagínense ustedes, toda la cancha de River (toda de verdad) aclamando por el goleador que está en la otra vereda histórica. Pero como el deporte todo lo puede y los fanáticos, esos que de afuera parecen saber lo que un equipo necesita, le dieron el aviso a Maradona. La selección, con unos buenos 25 minutos iniciales, se diluyó en su propio mar de dudas.

Pasó el entretiempo y en él analizamos porque Argentina estaba 0-0 de local con uno de los dos peores equipos de las Eliminatorias. Hay cosas que no tienen explicación. Y la actuación nacional tiene varias para comentar, pero un tipo, sólo con su presencia puede opacar cualquier insultado lanzado al aire mojado por una noche que pintaba para terminar en tragedia futbolera.

El DT le dijo cambia esta historia. Justo a él, fiel creyente de sus propios milagros. Antes de entrar por Enzo Pérez, se plegó en un abrazo con el ñol Solano, con quien compartió vestuario en Boca. Justamente en 1997, meses después que el volante de Perú había dejado el club de la Ribera para irse a Inglaterra, ese Nº 9 platinado cabeceaba abajo del arco ante un Burgos bloqueado por Bermúdez en el clásico que, bajo la lluvia, el protagonista de esta historia mostró su primera gran conquista.

Cuando antes de los tres minutos de la etapa final, Pipita nos ponía arriba, todo parecía seguir su curso normal. Pero para esta selección todo es posible. Dejó la pelota, relegó terrero y Perú se fue contra el arco del sorprendente Romero. Chiquito salvó un mano a mano pero no pudo evitar el 1-1 ante una defensa estática. Messi no aparecía, sin Aimar en cancha y con Demichelis de 4, el equipo se mostraba sin alma para revertir un momento traumático. El tiempo era un enemigo más. Eso, y la lluvia que le daba un marco de batalla épica necesitaban que el hombre por el que todos aclamaron desde temprano, apareciera. Y él, tomó ese reto que le concedió el destino.

En el lugar indicado. En el momento justo. La pelota rodaba una de las últimas veces por la cancha cuando el busca pie de Pocho Insúa se filtró al segundo palo. Ahí, en soledad, una pierna izquierda tocó el balón. Y la red lo besó. Como todos a él. Martín Palermo lo hizo. Otra vez. Y la gente lo gritó como pocas veces vi gritar una conquista tan valiosa. ¿Por lo que significará? Ojalá así sea.

Mientras Diego barrenaba por el piso mojado, sin poder creer que ese hombre le había salvado una parte del pellejo, la postal de Martín abrazando a todo el estadio lo dice todo. Y el abrazo entre técnico y jugador es un guiño de un deportista único con un goleador único. Como Palermo. Difícil de igualar.

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