APERTURA 06: CAPITULO 10
Como son las cosas, no. El sabor que dejó el Superclásico del fútbol mundial se parece a esos de la década del ´90, cuando el vencedor de hoy fue vencido, y donde el técnico que celebró como nunca antes las conquistas de sus dirigidos era el azotado. Una y otra vez. River se vistió con la camiseta que menos se lo ha identificado a lo largo de su rica historia. River tuvo una mezcla altamente volátil en este tipo de enfrentamientos: sumó una entrega y un talante ganador, a esa cuota de suerte siempre necesaria. Y además tuvo lo más importante, el regreso, la aparición de un viejo nuevo DÚO DINÁMICO…
Uno de ellos hace recordar a ese goleador espigado, de físico poco trabajado pero con una potencia natal, capaz de arrasar a cualquier defensa. El dicho viejo, conocido y ya arrugado dice que las comparaciones son odiosas, pero que es inevitable hacerlas.
El club de Nuñez ya vendió parte del pase de este símil Van Basten. Con su nacimiento en el sur de Francia, el Bati Pipa comando a la armada millonaria por los densos caminos del clásico. Fue rápido cuando tenía que ser rápido, imprevisible y letal para meter ese tacazo por sobre la coraza de Bobadilla y hacerle comer el pasto en la definicón que abrió el partido para los de Pasarella. Y así lo hizo Gonzalo Higuaín, con una lectura de juego sorprendente para alguien de su edad (sólo tiene 19 años), comienza a dar pasos de crack, de ídolo, de futuro reemplazante natural de Crespo en la Selección. En pocas palabras, el heredero de la Nº 9 que vistieron grandes…
El pequeño sabiondo, ese que dijo, probablemente, cuando estaba en Newell´s y se lo nombró para jugar en uno de los grandes del país, “santas noticias riverplatenses…”, tuvo su debut de fuego en EL encuentro de su vida. Con la banda en el pecho y en el brazo, siendo el portavoz del equipo a la hora de poder hablar con Elizondo y a la vez en ser el comandante de la pelota en todos los sectores del campo, Robin Bellu mostró un despliegue exquisito cuando le tocaba atacar y sacrificado cuando había que volver corriendo a los contrarios. Fernando Belluschi jugó un segundo tiempo estupendo, ejerciendo de líder y con asistencia perfecta en todas las jugadas importantes, clave en los goles de Higuaín y Farías (el quinto que le hizo el Tecla a Boca). Y eso que sólo pateo una vez al arco, su arma mas preciada.
Fue un partido que tuvo todo tipo de condimentos. Que fue atrapante, nadie lo puede negar. Que tuvo alta dosis de imprevisibilidad, también. Y todo sirvió para demostrar que trabajar a puertas cerradas, practicar movimientos defensivos cansadores no significa tener asegurada la ejecución deseada. Y menos en 90 minutos, donde todo puede pasar. Y si esta de vuelta esa pareja inseparable, que antes caminaba por las paredes, luego se codeó con los viejos enemigos y ahora se vistió de rojo y blanco, su nuevo uniforme, el espectáculo esta garantizado, vaya uno a saber por cuanto tiempo.
Muchos dirán que River tuvo suerte con esa pelota que sacó Belluschi y después rozó el travesaño. Otros que Boca se desmoronó con el 1-2 y se regaló atrás, hecho que vemos seguido desde la llegada de La Volpe al banco Xeneize. Pero estas batallas futboleras, se sienten de otra manera. Se viven de una manera distinta. ¿Sino, porque tanto alboroto con la derrota del puntero, si lo sigue siendo y todavía le faltan 45 minutos por jugar donde puede ampliar la diferencia contra los demás?
Los Boca-River, River-Boca son así. Ya van 179 enfrentamientos y nada va a cambiar, o sí. Eso es lo lindo del deporte, que uno se puede imaginar mil escenas, pero la que se da es la mil y una. El punto fue banca, como muchas veces sucedió. El Millonario le ganó al Xeneize, pero no lo bailó. La Volpe se fue silbando bajo y el Káiser, ganador.

Y ahora, ¿como sigue todo? Pregúntenle al Bigotón, a trabajar!
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