sábado, octubre 07, 2006

FANGIO, LA LEYENDA CONTINÚA...

TRIBUTO A LOS MEJORES DE DEPORTE
Justo cuando el piloto que le quebró el record en cantidad de títulos ganados, ya ha anunciado su retiro y esta con expectativas para coronarse por octava vez, La Licuadora Deportiva comienza a exponer sus especiales. Y el primero de varios momentos grandiosos, es para el Chueco de Balcarce. Un recuerdo para mantener viva la memoria de todos.

Juan Manuel, con las raíces italianas bien firmes en su corazón y con la ciudad de Balcarce como punto estratégico para comenzar a llevar a cabo su sueño, tenía como objetivo ser importante, ser reconocido, no ser uno más del montón, sino sobresalir y poner su firma en la historia del automovilismo mundial.

Con 21 años, y ayudado por su padre y sus amigos, construyó su propio taller para comenzar a trabajar con los autos, su pasión. Su primera participación en una carrera no tuvo el mejor final. El sábado 24 de Octubre de 1936, y luego de que sus amigos le consiguieron un Ford A modelo 29, debutó en el circuito de tierra de Benito Juárez, pero por problemas mecánicos tuvo que abandonar. Así, Fangio comenzó a disputar numerosas competencias a través de largas distancias realizadas principalmente por caminos de tierra a lo largo y a lo ancho de América del Sur.

A partir de 1940 comenzaron a llegar las alegrías. El Turismo de Carretera fue la categoría. A bordo de un Chevrolet, se consagró bicampeón en el 40 y 41. Pero la guerra le puso pausa al deporte motor y su vida tuvo que volver a los comienzos.

Luego de varios años, y con el cese del fuego en Europa, el Automóvil Club Argentino vio la posibilidad de organizar las temporadas internacionales de coches especiales con los viejos grandes pilotos del mundo, incluidos los argentinos. Juan Manuel, con el apoyo del gobierno nacional, desembarcó en Europa para continuar su carrera en busca de gloria. En 1949 y con 37 años, logró éxitos regulares en el circuito europeo con siete triunfos, que le hubieran significado otro título, en caso de que hubiese disputado el campeonato.

En 1950 le dieron a conducir un Alfa Romeo. Batallando con su compañero de equipo Nino Farina, terminó subcampeón mundial. Su perseverancia y su muñeca para manejar autos de carrera hacían presagiar un futuro más que óptimo.

Por fin llegó el momento de ver al Fangio ganador. La temporada lo tuvo al mando del Alfa Romeo 159. Luego de un año con 4 triunfos, la jugada decisiva se desarrolló en el circuito catalán de Pedralbes a la vista de la imponente ciudad de Barcelona y que culminó con una decisiva victoria del Chueco, tras una jugada sensacional de estrategia por parte de los ingenieros de Alfa sobre las Ferrari más rápidas y menos gastadoras de combustible.

En 1952 sufrió el mayor accidente de su carrera. En el circuito de Monza, su auto se desbarrancó y se rompió el cuello, quedando al borde de la muerte. El accidente nació cuando Fangio decidió correr en Italia al otro día de haber corrido en Irlanda, pero al perder las conexiones de los vuelos tuvo que manejar toda la noche desde París para llegar al circuito media hora previa a la largada de la carrera. El año siguiente lo encontró nuevamente al volante de una Maserati, con la que consiguió su segundo subcampeonato, relegado por la Ferrari de su amigo Alberto Ascari.
Ya con 42 años, de una vida dedicada a las carreras, Juan Manuel conseguirá a partir de 1954, una seguidilla de 4 campeonatos ganados en forma consecutiva, que lo elevará hasta los rincones más altos del deporte mundial.
Con la llegada de Mercedes a la Formula 1 y con Fangio al comando de uno de sus autos, se producía la mezcla perfecta: el mejor piloto de la categoría tenía un auto imbatible. Así llegó el segundo título. En el 55, y formando una dupla sensacional con el inglés Stirling Moss, ganó los Grandes Premios de Argentina (una sana costumbre), Bélgica, Holanda e Italia. Obtuvo su tercer título, segundo con las flechas de plata. Pero como Mercedes se retira de las competencias, Ferrari lo invita a participar de su equipo en 1956. Vence en nuestro país, en el circuito de Silverstone y en el GP de Nürburgring. Su segundo puesto en la última carrera en Monza lo convierte en cuádruple campeón mundial.
En 1957 logró su quinta corona mundial ganando una de sus carreras más memorables: el famoso Gran Prix alemán. Fangio amaba y respetaba el circuito de Nürburgring y tripulando un liviano Maserati 250F, luego de un problema en el reabastecimiento, tuvo que venir corriendo de atrás, reponerse a los 30 segundo perdidos por su equipo, realizar 10 records de vuelta para que, faltando un giro, logrará pasar a las dos Ferraris oficiales ante el asombro del público y de sus rivales por su virtuosismo y concentración.

El 3 de febrero de 1958 gana su última carrera, el GP Ciudad de Buenos Aires y el 6 de julio decide retirarse en el circuito francés de Reims conduciendo su querida Maserati. En el país galo había debutado 10 años antes. Sin olvidar que, ese mismo año fue secuestrado horas antes de la carrera en Cuba.

Cuando Juan Manuel Fangio se bajó por última vez de un auto de carreras, toda su vida, toda su gloria, empezó a tomar la forma de mito. Reconocido en todas partes del mundo por presidentes y monarcas, el Chueco forjó a fuerza de dedicación, humildad y talento, una de las leyendas más grandes de la historia del deporte nacional.

Ese sueño que había nacido en Balcarce se había cumplido. Una enfermedad en la sangre, truncó su vida a los 84 años. Su legado, más grande que el Museo que se encuentra en su ciudad natal, está gravado en la memoria de todos lo que pudieron compartir con él una pista, un asado o una charla de amigos.

JUAN MANUEL FANGIO, LA LEYENDA CONTINUA…

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