jueves, mayo 27, 2010

TC en Rafaela: TARDÓ PERO LLEGÓ, JONATAN

Fue una carrera especial. Por muchos factores. Internos y externos a la competencia sobre ruedas. Era un fin de semana especial con las celebraciones en todo el país por el Bicentenario de la Revolución de Mayo. También lo era para el TC, que visita el circuito más rápido de la Argentina. Rafaela se vestía de gala para recibir a toda la familia teceísta. Esa misma que, casi en su totalidad, llegaba al ovalo preguntándose como ese Dodge de color naranja, todavía no había ganado su primera competencia en la categoría. Algunos, incrédulos, no se querían anticipar como si otros, que vislumbraban un domingo a favor de la marca.


Hace casi tres años, en 2007, viaje a Lobería para hacerle una entrevista a Oscar Castellano, símbolo del Turismo Carretera, sobre todo en la década del ’80 y esos duelos históricos contra Roberto Mouras en lo que para mí fue la gran rivalidad en toda la historia. El trabajo especial, justamente, fue para reflejar lo que estos dos grandes de nuestro automovilismo, provocaron en el público con esa lucha a la chapa. Una vez que terminé de charlar con Pincho, mi ídolo de la infancia del TC, salimos de su hermosa casa para visitar el taller. Pero antes de emprender el viaje, corto por cierto, apareció él. Un lungo de casi dos metros que, con una sonrisa que le abarcaba toda la cara, me saludó y, deseoso, dijo unas palabras que recordé cuando terminé de charlar con él esos pocos minutos el domingo pasado: “Ojalá pronto me hagas una entrevista a mí” Tardó, pero llegó Jonatan.

No es fácil cargar con semejante apellido en el ambiente. Y menos lo es cuando el tiempo pasa y, en varias carreras, llegaba como favorito a llevarse la victoria. Eso, aunque parezca mentira, se convierte en una navaja filosa para cualquier piloto a la hora de mantener el liderazgo de una prueba o ir en busca de ella. La cabeza juega, sin dudas, y tal vez corre más rápido que un motor en plena recta principal. Y más, cuando en lás últimas competencias (por ejemplo, las dos recientes en el Gálvez, cuando fue líder en la mayoría de los giros de la final), se escapó el triunfo porque la suerte no lo acompañó.

En Rafaela, donde había conseguido la pole el año pasado, llegaba, otra vez, como candidato al triunfo. El potencial del Nº 9 y las características del circuito, a priori, lo favorecía. Rectas largas, donde los autos promedian una máxima de 240 km/h, y los curvones peraltados, lo daban con ese mote. Y de verdad, fue redondo su fin de semana. Desde el viernes en la primera tanda de clasificación, se quedó con el mejor tiempo. Repitió en los entrenamientos matutinos del sábado y se quedó con la pole, bajando su registro. Para completar el poker, ganó de punta a punta la primera serie. Ahí, tuvo que soportar la llovizna que comenzó a caer en la pista. Era su primer encuentro con esa condición, pero no sería el último.

En la largada de la final, una perfecta maniobra le permitió sobrepasar a Ponce de León (llegó 2º y alcanzó su cuarto podio consecutivo para seguir líder del campeonato) y nunca mirar atrás. Todas las miradas, las de la gente que copó el Templo de la Velocidad, como así también las de su papá y todo su grupo en los boxes, estaban puestas en su andar. Parecía que no importaba otra situación en la carrera, más que esperar lo que se había negado hasta ahora.

Pero como el TC siempre nos propone alguna sorpresa, cuando faltaban pocas vueltas para ver la bandera a cuadros, las gotas comenzaron a caer desde el cielo rafaelino. Oscar, inmutable, miraba la transmisión por TV. Jonatan, concentrado al máximo, manejaba con paciencia que lo llevó a aislarse de todo comentario y presión por sus 68 carreras, ausentes de ganar. Ya nada podía pararlo. Ni la mismísima lluvia, ni nada. Se persignó una vez y, cuando salió de la chicana final, volvió a repetir la señal de la cruz… La espera había acabado. Nadie, antes que él, había visto esa bandera denigra y blanca. Por fin, otra vez un Castellano volvía a ganar en el Turismo Carretera. La espera duró casi 19 años.

El destino, como el mismo Oscar se lo dijo cuando se estrecharon en un abrazo inquebrantable, le tenía preparado este desenlace. Con este marco, histórico por el Bicentenario, el aplauso llegó de parte de todos y se extendió hasta la llegada de los autos a la 9 de Julio el mismo 25. Una imagen única e irrepetible, sin dudas. Tardó pero llegó, Jonatan. Y lo prometido hace tres años, se cumplió. Hablamos a pocas dos horas de haberte transformado en el nuevo ganador. Por supuesto, podrán revivir esa emocionante charla en EL REPRODUCTOR. Sí, se hizo esperar, pero como te dijo tu viejo, ya iba a llegar. Y llegó, nomás…

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