jueves, enero 08, 2009

A 14 años del adiós: EL PROPIO MONZÓN, DIJO BASTA


“Yo siempre lo dije. Carlos terminó como vivió su vida, a mil” Sabías palabras de un personaje que estuvo y fue, para muchos, el que le alumbró los ojos de una manera distinta. Ese comentario de Susana Giménez nos deja en evidencia clara que Monzón fue un tigre. Así transitó su vida. Y con el ojo de tigre, ese sentido especial que tenía y que lo hizo uno de los deportistas más grandes y más convocantes en la historia del país, fue campeón del mundo y defendió 14 veces ese título. ¿Su vida? Un tobogán gigante. Sube y baja natural de alguien que nació en la nada misma y llegó a deslumbrar a famosos por todo el mundo. ¿Su final? Trágico.

El 30 de julio de 1977 retuvo la corona una vez más. El colombiano Rodrigo Valdez no lo pudo impedir en Montecarlo, Francia. Y un mes después, el 29 de agosto, con toda la gloria todavía intacta, anunció su retiro. A partir de ahí y cuando ya había participado en varias películas y anuncios comerciales, encontró otro amor. Tipo querible y ansiado por muchas, se quedó con Alicia Muñiz. Casado en segundas nupcias, la vida se tornó insostenible y en las vacaciones de verano de 1988, su adicción al alcohol le jugó una mala pasada: su esposa murió a causa de heridas recibidas producto de su caída desde el balcón de la casa que ocupaban en el balneario de Mar del Plata, de la cual se acusó a Monzón de ser el responsable. El boxeador fue juzgado y declarado culpable en un juicio polémico y mediático. Fue condenado a 11 años de prisión por homicidio simple. Un golpe durísimo. Más fuerte que cualquiera que hubiese recibido en el cuadrilátero.

Este hombre que vio su vida pasar como un rayo, sin la capacidad de medir sus consecuencias
, estaba atado y entre rejas. Descendiente de los mocovíes, comprendió dentro de la cárcel que todavía era joven y la vida le deparaba un futuro posible. Pero el que Monzón que hizo del boxeo un arte, frío, calculador, con la zurda siempre al frente, parado en el centro del ring, y esperando el momento exacto para descargar aquella derecha temible, se encontró con las imágenes de su vida, todas juntas, cerca de su lugar de origen.

El 8 de Enero del ´95, en una de sus salidas durante el fin de semana, chocó su automóvil Renault 19 cuando transitaba la ruta Nº 1 en jurisdicción del paraje Los Cerrillos, que une su San Javier natal con la ciudad de Santa Fe, que lo adoptó y aún se enorgullece de sus memorables triunfos. Su cuerpo, tendido sobre el pasto mostraba algo casi nunca visto: un Monzón vencido. Pero esta vez no había habido pelea contra Nino Benvenutti, Emile Griffith o Mantequilla Nápoles. El destino lo trasformaba en una leyenda post mortem. En su vida, el mundo ya había pronunciado su veredicto.

Con 100 combates en el profesionalismo, el boxeo lo cobijó entre los grandes. La vida personal, en cambio, le instaló un ring en el alma, y el oro y el barro pelearon hasta que el propio Monzón dijo basta. A los 52 años y cuando recorría un nuevo camino pareció clavar en el ambiente cierta mirada conocida. La mirada del adiós…


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