sábado, diciembre 16, 2006

El último Mundial, se disfruta en catamarán...

La Argentina recibió, en la última semana, al campeonato mundial de la Clase Tornado, de yachting. En esa competencia se destacaron los ex campeones mundiales y medallistas olímpicos, Santiago Lange y Carlos Espínola, que obtuvieron el segundo puesto luego de una remontada en las últimas regatas de la competencia.

Es lo que se dice la Fórmula Uno del yachting. Estos catamaranes, que llegan a navegar a más de 65 km/h, se trasladaron a las aguas del Club Náutico de San Isidro para disputar la máxima cita mundial de la Clase Tornado. Entre las duplas argentinas compitieron Fernando García Guevara y Diego Miguens (olímpicos en Seúl ´88 y terminaron 40º en este mundial) y Esteban Blando y Alejandro Noé (43º), pero el mejor currículum era el del binomio formado por Santiago Lange y Camau Espínola (bronce en los Juegos de Atenas 2004 y campeones mundiales en Palma de Mallorca el mismo año).

Los favoritos del público local no competían juntos desde la última cita olímpica y se juntaron para un gran desafío. Primero, demostrar que las aguas del Río de la Plata y la organización del Yachting en la Argentina estaba acorde a la exigencia de un mundial. Segundo, empezar a marcar el camino para finalizar una exitosa carrera colgándose el oro en los próximos Juegos de Beijing. Y si se podía comenzar con un título mundial en casa, mejor...

El título no llegó pero la campaña del equipo fue impecable. El comienzo había sido un tanto irregular y el fastidio se hizo sentir. La falta de viento complicó los primeros días (se necesitan 5 nudos mínimo para que se pueda realizar la regata) y los resultados no eran los esperados. Pero la arremetida en el sprint final del mundial provocó un cierre de competencia de las mejor manera para el representativo argentino.

En el primer día se ubicaron en el 12º lugar, producto de un 7º y un 23º puesto en las dos regatas de la jornada. Pero el 8º y 4º lugar en las siguientes los metieron en zona de podio y de ahí no se movieron más.

La discusión parecía estar entre los austríacos Roman Hagara y Hans Peter Steinacher, de excelentes actuaciones en el comienzo del mundial, y los australianos Darren Bundock y Glenn Ashby, que sostuvieron una regularidad impecable durante todo el certamen (no bajaron del sexto lugar hasta que se consagraron). Los europeos mantuvieron el liderazgo hasta la sexta regata, cuando los oceánicos pudieron llegar a la cima de las posiciones y nunca más se bajaron.

Mientras tanto Lange – Espínola se acercaban desde atrás y después de esa sexta prueba se ubicaron a 18 puntos de los segundos y a uno más de los punteros. Pero el descuento continuó. Las últimas tres regatas mostraron a la dupla argentina sumando sólo cuatro puntos (un segundo puesto y dos primeros). Llegaron al último día de competencia a seis de la dupla austríaca y la lucha por el segundo puesto quedaba abierta. El 11º lugar de Hagara – Steinacher y el triunfo de los argentinos en la regata final provocó el delirio argentino por llegar a ese subcampeonato impensado unos días atrás.
Con este increíble resultado, Camau y Lange demuestran que se mantienen en la elite mundial y puede servir como un empujón anímico para preparar de la mejor manera los próximos objetivos. Porque la arremetida final fue sorprendente, y eso que no se disputó la segunda regata del último día de competencia... la ventaja de los australianos fue amplia, pero si Camau y Santiago seguían corriendo como venían, no iban a perder aunque un susto se iban a llevar.

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