lunes, junio 18, 2007

HISTORIA GRANDE...

Hizo historia. Hace historia. Seguirá haciendo historia. Para nada es un juego sencillo de palabras este comienzo, sólo marca lo grande del momento que estamos viviendo los que nos toca poder apreciar tan increíble actuación de una atleta que no se saca los colores argentinos del corazón. Así como en sus inicios en este fabuloso deporte no cedió ante cualquier hecho que otro joven con su inexperiencia hubiese perecido. Manu, porque como Diego dejó de tener apellido para que lo reconozcan en el mundo entero, escribe las páginas más gloriosas del deporte argentino en estos tiempos…

Ya se hace realmente complicado establecer algún adjetivo que califique la tarea de Ginóbili en la NBA. Al estar simultáneo y en plena vigencia, el tiempo aún no ha hecho el trabajo de darle contexto histórico a su carrera. Nos parece normal, casi una costumbre, que el bahiense esté en la cima del básquetbol mundial. Pero es algo anormal para los que saben que es jugar en el básquetbol más competitivo y profesional del mundo. Vaya que si lo es.

Después de haber pasado con poco éxito por nuestra Liga (se fue sin ser campeón y elegido mejor debutante de la temporada 95-96 con Andino de La Rioja), pero si reconocido por unos pocos como el hombre que iba a traer los vientos de grandeza al país, llegó a Europa sabiendo que su paso por el viejo continente tenía varios ingredientes relevantes. Su primera experiencia fue en el Reggio Calabria, donde en su primera temporada subió al equipo a la famosa Lega. Por sus condiciones, el poderoso Kinder lo convoco para ganar el triplete en 2001: Liga, Copa Italia y Euroliga. Como figura, claro. Siendo la primera opción en ataque y clave por la envergadura de sus brazos en defensa para robar balones.

¿Pero cuando se comenzó a forjar el sueño americano? A mediados de 1999, un tal R.C. Burord tuvo ojo de lince para observar un flaco pero escurridizo jugador argentino. Después del primer título en la historia de los Spurs, el magnate decidió seleccionarlo en el puesto número 57 en el draft. Emanuel, mientras en ese momento disputaba el Preolímpico para los Juegos de Sydney, se asombró con la noticia de que había sido elegido por un equipo NBA. Muchos pensaran que él no le habrá dado importancia a esa información, pero conociendo su sed de victoria, corazón y perseverancia, lo mejor estaba por venir.

Si hay algo que desataca a Manu y lo hace grande y una marca en la historia ya conocida es su “odio a perder”. Por supuesto, en el sentido más franco y puro de este sentimiento. Como su ídolo Jordan, del cual no se perdía ningún partido y trataba de tener y aprender de las imágenes donde lo veía volar en la cancha, es difícil (diría imposible) encontrar dos partidos consecutivos en los que la actuación haya sido poco feliz. Justamente eso lo convierte en un vencedor nato. Y sino miren el cuarto partido de las Finales contra Cleveland, un claro ejemplo de la sed de revancha de un jugador que quiere ganar en todos los ámbitos de la vida. Luego de meter sólo tres puntos aunque de mucho valor porque sentenció el triunfo Spurs, fue el goleador del juego que le dio a San Antonio su cuarta corona.

Todos lo dicen. Sus compañeros y su técnico Popovich lo define de cuerpo entero: “es el jugador más competitivo que vi en 30 años”. Ese es Emanuel Ginóbili, el que tiene mucho dinero, pero mucha más grandeza, deportiva y personal. Son esos personajes que todos quieren. Sino, pregúntenles a las casas de deportes desde la Quiaca hasta Ushuaia, cuantas camisetas blancas o negras vendieron con el Nº 20 en la espalda.

Por todo lo escrito anteriormente y por lo conseguido en este último tiempo con su equipo y la selección, es considerado un Grande de la Historia. Ese hombre de tez bien blanca y con una sonrisa que compra hasta al peor villano, es, fue y será Historia. Pero de la Grande…

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