martes, junio 12, 2007

¿ALGUIEN PODRÁ DETENERLO?

Seguramente se podría empezar con la sugestiva y recordada frase de aquel personaje mexicano vestido de traje rojo y con un corazón amarillo: “Yooooo, él…” Pero en este caso, no. El que sin dudas debe estar necesitando por estas horas una buena ayuda psicológica es el querido Rogelio. Y no porque su inquebrantable Nº 1 de ranking este en peligro, sino porque la imagen de Rafa se ve cada vez más grande por el espejo retrovisor.

Nadal, luego de otra final que quedará en la historia por varias razones, demostró que su mentalidad ganadora es más potente que su zurda sin control. Hizo de todo un poco y quebró al suizo en poco mas de tres horas de juego intenso. El 6-3, 4-6, 6-3, 6-4, sirvió para rodearse a su tercera corona consecutiva en París, una marca excepcional que en los últimos noventa y tres años sólo había logrado el incomparable Bjorn Borg (ganó cuatro títulos seguidos entre 1978 y 1981, y seis en total, porque también se impuso en 1974 y 1975.) Lo que sí es otro contraste que hace formular una muestra de la grandeza de este joven es que en su tercera participación en Roland Garros, nunca se fue derrotado de la cancha. Increíble.

Con un juego de base indestructible, una tremenda aceleración de pelota y potencia de piernas para correr cada uno de los envíos de su oponente, el español se llevó el partido sin atenuantes. Sin dudas. Con la presencia de grandes personalidades en los palcos (desde Felipe de Borbón, príncipe de Asturias, hasta Thierry Henry, el goleador francés. Guillermo Vilas y Gustavo Kuerten, quien le entregó la copa al ganador), el mallorquín tuvo que soportar tener al “público en su contra”. Y no porque lo abuchearan cada vez que iba a sacar o reclamaba un punto sobre los flejes, sino porque el objetivo de los parisinos era contundente: ayudemos desde afuera al mejor del mundo. Pero si pensaron que esto haría tambalear a Nadal, se equivocaron.

Pero el dato que marca el dominio de Rafael en el batido de ladrillo, como le dicen los españoles a la arcilla, quedó señalizado en los puntos de quiebre que no aprovecho Federer: sólo aprovechó una de las 17 posibilidades de break point; 10 se le escaparon en el primer set, cuando el español hizo demostración de su efectividad demoledora: 2 de 2 en posibilidades de quiebre.

Cuando el tiro del mejor quedó abierto, el jugador top sobre las canchas naranjas se tiró al suelo y miró al cielo. Ese cielo parisino que lo encontró victorioso otra vez. Las 15.000 personas que presenciaron una nueva edición de la batalla de los mejores del nuevo milenio, no tuvieron otra opción que rendirse ante la evidencia total: Rafael Nadal es el supremo sobre polvo de ladrillo, y así los marcan los logros obtenidos (de sus 22 títulos suma 17 en esta superficie). ¿Hay alguna duda que Federer necesita algo más para vencerlo?

El que para muchos será cuando se retire de este deporte el más grande de todos los tiempos, tiene su sombra. Y una oscuridad que se viene acercando cada vez más. En estos tiempos donde recordamos aquella épica victoria de Vilas en el ´77, un récord aún vigente al vencer al norteamericano Brian Gottfried por 6-0, 6-3 y 6-0 en 1h53m: el triunfo más holgado en las finales de Roland Garros, lo que se pregunta todo el mundo del tenis es, ¿alguien podrá detener a este español que está en plena ebullición?

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