Pasaron algunos días del gran acontecimiento del verano nacional. Si muchos esperaban que las miradas clásicas del deporte tuvieron que estar puestas en los cotidianos superclásicos en Mardel, se equivocaron. En Chubut, El Nuevo Palacio Aurinegro de Madryn se puso de gala para albergar la velada mundialista. Los 4.500 espectadores obligaron a poner muy temprano el clásico cartel de "Localidades agotadas" y el espectáculo no defraudo. Porque parece que cada vez que Narváez se presente, de ahora en mas, estará siendo parte de la historia grande del boxeo argentino. En la previa de la 12, Carlos Tamara había abierto la boca. Y no justamente para elogiar la prolifera carrera del boxeador top del país. El colombiano llegó con ínfulas de querer llevarse la corona mosca de la Organización Mundial de Boxeo, pero al final, cayó rendido ante una de las mejores actuaciones del Huracán. ¿Se ha llegado a un punto en donde cualquier retador que le pongan frente a frente a Narváez, sólo será para quedar en el recuerdo como la defensa número X? Aquí hay mucho más que un simple buen pasar del cordobés por adopción.
Este gran pugilista, quien ya tiene un lugar entre los grandes de los grandes en el deporte, esta a sólo dos peleas de igual el récord que Monzón consiguió cuando venció por puntos al colombiano Rodrigo Valdez y le puso fin a una carrera deportiva que lo tuvo como campeón del mundo de los Medianos por siete años. Pero lo que está en discusión es el nivel de combatientes que ha tenido Omar. ¿Hay una cuenta pendiente? ¿Falta esa gran velada en Europa y contra un grande? El problema es uno sólo y muy simple: acá el verdadero Grande es Narváez.
El chubutense ha logrado un nivel de confianza arriba del ring, una capacidad de aprovechar cada milímetro que le ofrece su oponente, de sentirse dueño y conductor de cada una de sus defensas, que hace imposible pensar que no llegue a la tan ansiada Nº 14. Desde que se coronó en el Luna Park en 2002, tuvo siete defensas victoriosas en Baires, Córdoba y Chubut. Y la más sobresaliente de estas 12 fue la que le permitió superar el record que tenían Santos Falucho Laciar y Pascual Pérez en los 50,800 kilos. En Francia, contra todo el público y los pronósticos en su contra, venció por puntos a Brahim Asloum y empezó a marcar la historia, para transformarse en el mejor boxeador de la década en Argentina.
Pero con Tamara fuera de combate, queriendo imponerse con un cabezazo que corto peligrosamente al campeón en la parte final de la pelea, Narváez no hizo más que deleitar al público y emular a otro grande. Le puso la cara al colombiano como Nicolino Locche en aquel triunfo frente a Fuji, que le dio el campeonato welter junior AMB al Intocable. Eso le sumó una pizca de espectacularidad y confirmó la gran confianza que tiene este deportista, por muchos menospreciado, pero que de a poco que va ganando un lugar entre los grande del deporte argentino.
Pero como todo es tan vertiginoso, ya se piensa en la Nº 13. Un español, Iván Pozo, es el llamado a verse la cara con uno de los mejores boxeadores del momento entre fines de abril y principio de marzo. Este europeo que perdió sólo una de las últimas 11 peleas, tratará de ser quien venza por primera vez sobre el cuadrilátero a Narváez, quien porque no, puede pelear con Floyd Mayweather ser el mejor libra por libra. Y quien dice terminar su carrera como el único invicto, aunque le sobra paño con sus 32 años.
Ya han pasado muchos combates. Unos los venció por KO, otros por puntos pero siendo certero y dominador. Hasta un empate hay en su glorioso camino vs. Andrea Sarritzu. Pero lo más relevante es que este transitar no se detiene. Los nombres que suenan a la hora de comparar la performance de Omar Narváez son de temer. Esos que han marcado una época para el deporte de los puños, esos que se han convertido al final de cuentas, en guantes de oro. Y el Huracán va por ese camino…
NICOLINO SE CONSAGRABA CAMPEÓN MUNDIAL
Diciembre 1968 vs. Paul Fuji en Tokio, Japón
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