sábado, septiembre 01, 2007

Muertes en el deporte, los riesgos de los deportistas ¿Se pueden prevenir?

El domingo 19 de Agosto, minutos antes de la ceremonia de clausura de los Juegos Parapanamericanos, Carlos Maslup sufrió un accidente cerebro vascular que lo dejó durante tres días con muerte cerebral y asistencia respiratoria. El deportista argentino tenía 48 años y era cuadripléjico. Entre sus mayores logros se destacan las presas conquistadas en los Juegos Paralímpicos de Seúl 1988, fueron cuatro medallas, dos en atletismo y dos en natación, situación que lo convirtió en el atleta más ganador de las últimas décadas del deporte adaptado.

Había llegado a Río de Janeiro para participar por tercera vez en un parapanamericano, y una vez más había logrado subirse a un podio el último 14 de agosto cuando en la categoría individual de la clase 1 (silla de ruedas) obtuvo una medalla de bronce.

El accidente cerebrovascular se produce cuando se interrumpe repentinamente el suministro de sangre al cerebro o cuando se rompe un vaso sanguíneo encefálico, que desemboca en una hemorragia cerebral. Esto fue lo que le ocurrió a Carlos Maslup en la Villa ubicada en Barra de Tijuca y aunque fue auxiliado por los médicos de la delegación y el cuerpo de bomberos locales, nunca recuperó la conciencia.
Los especialistas le realizaron una tomografía computada y dieron el diagnóstico: la situación era prácticamente irreversible desde el comienzo (con desmayos en su habitación) y no se podía trasladar al enfermo. Finalmente, los médicos decretaron la muerte cerebral el miércoles 22, luego de agonizar durante tres días.

Este caso despertó polémica: ¿hubo discriminación hacia los atletas parapanamericanos? El Instituto Brasileño de Defensa de los Minusválidos (IBDD) argumenta que luego de que Golden Cross (la empresa que se había ocupado de la asistencia de los deportistas en los Panamericanos) se retirara del torneo, cuatro días antes de comenzar la actividad, el Sistema de Salud pública no estaba suficientemente preparado. Y lo basan en el hecho de que el deportista argentino fue derivado primero a un centro donde se le hizo una tomografía, pero no se lo pudo internar por falta de espacio, por lo que fue derivado a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Salgado Filho. Las autoridades argentinas minimizaron las polémicas y rescataron que la atención fue excelente, pero quedó en claro la desprotección de nuestra delegación que, a diferencia de los atletas convencionales que fueron a Río un mes antes, no tenían servicio de asistencia al viajero por problemas de fondos del Comité Argentino Paralímpico.

La entidad brasilera desea que se investigue si hubo diferencia en la atención médica brindada en ambos torneos, ya que calificó de “discriminatoria” la situación y de evidente desprotección de los atletas paralímpicos, ya que ellos no podrían ser atendidos en los hospitales de la red privada de salud y quedarían restringidos a la red pública.

Otro hecho que se destacó esta semana tuvo similar desenlace al de Maslup, pero por distintas circunstancias. El sábado 25, cuando iban 30’ del encuentro entre el Sevilla y el Getafe, Antonio Puerta se desmayó en su área. La desesperación y el desconcierto se podía ver en las caras de todos los jugadores en el campo de juego. El andaluz, de sólo 22 años, sufrió dos paros cardiorrespiratorios, perdió y recuperó reiteradas veces el conocimiento. Si bien en un inicio se dijo que su vida no corría peligro, esa misma noche un parte médico del hospital especificó que el jugador atravesaba una "situación de inestabilidad hemodinámica".

Luego de tres días de incertidumbre, las expectativas de una recuperación se apagaron, las consecuencias de los paros fueron gravísimas y todo se apagó junto con la vida de Puerta, el lunes 27. Distintos informes afirmaron que padecía una enfermedad congénita cardíaca que suele pasar desapercibida en cualquier control y que provocó las fibrilaciones ventriculares que terminaron provocando su muerte. Puerta sufrió "una isquemia cerebral excesivamente prolongada y necrosis del tejido nervioso", lo que derivó en una falla multiorgánica.

En ese contexto, el sindicato médico de Sevilla denunció que el estadio Ramón Sánchez Pizjuán no cuenta con "equipos ni con personal entrenado en maniobras de reanimación cardiopulmonar avanzada" así como que no se avisó al hospital con antelación sobre el arribo del jugador. Recién allí le fueron "aplicados por primera vez los procedimientos y las técnicas de soporte vital avanzado, y por tanto, restándole posibilidades de supervivencia y recuperación", dijo la entidad. La denuncia cruzó un comunicado del lunes de la Liga Profesional de Fútbol española, en el que ésta informó que se habían repartido unidades de reanimación entre los clubes de primera y segunda.

Estas son las situaciones donde no se comprende cómo un país europeo no cuenta con los medios necesarios para proteger la vida de sus deportistas. Como resultado de la muerte del joven español, la FIFA ordenó la instalación de una sala de reanimación en los estadios donde se disputarán partidos de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial Sudáfrica 2010.

Pero, ¿cómo se resolvería esta situación en Argentina? Todo dependería del poder económico de la institución. Hoy por hoy, la selección y Boca son las entidades mejor preparadas para enfrentar escenarios con estas particularidades. AFA únicamente pide que haya una ambulancia en cada estadio, inclusive en inferiores, pero ofrece la asistencia en el Sanatorio Mitre para cualquier derivación.

Lo ideal sería contar con un equipo que vale alrededor de $8.000, donde se destaca un desfribilador portátil. De más esta decir que ante estos hechos, lo más importante es la pericia y rapidez con la que actúe el médico. Si no se deja el miedo de lado, por más que se tengan todos los aparatos existentes en el mundo, poco se podrá hacer.

En Argentina tenemos casos con un desenlace totalmente opuesto al de Puerta: Marcelo Bravo, jugador de Vélez Sarsfield, sufrió una miocardiopatía congénita (alteración genética del músculo cardíaco) y tuvo que abandonar la práctica del fútbol. El ex kayakista Abelardo Strum sufrió una arritmia ventricular en 2002, dos semanas antes de ir al mundial de la disciplina y también tuvo que retirarse a los 28 años. Esta afección fue la misma que le provocó la muerte a Antonio Puerta. La única manera de prevenir esta enfermedad es con un seguimiento estricto. Los casos de Bravo y Strum demuestran que con los estudios necesarios, se pueden evitar consecuencias irreversibles.

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