
La argentina demostró concentración, fue al frente sin importar quien fuera el rival, se entregó por completo arriesgando en muchas ocasiones el físico y, además, fue inteligente cuando tuvo que aprovechar los puntos flojos de sus rivales.
Más allá de cual sea el resultado que consigan al término del Mundial, estos jugadores demostraron actitudes que hace mucho no se veían en un seleccionado argentino. En los últimos tiempos se los puede comparar con el combinado femenino de Hóckey sobre césped en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 (plata) y en el título mundial de Perth en 2002. A las Leonas le faltaba dar un paso para ser un seleccionado del nivel de potencias como Holanda o Australia y, en esos torneos, tuvieron un plus que les permitió alcanzarlo. En el seleccionado de básquet que conformó esta “Generación Dorada” de Ginobili, Nocioni y compañía pasó algo similar porque nunca faltó actitud. A diferencia del rugby, en este caso sobraba talento lo que ampliaba el poder del equipo.
En los Pumas no faltan jugadores de talento pero si hay una característica que distingue a este equipo desde hace años es cuidar el in goal con la vida y de empujar a los rivales a través de los fordwars para llegar al campo adversario.
¿Qué es lo que lleva a este equipo a presentar estas actitudes? Se pueden encontrar diferentes causas. En primera instancia, este es un equipo que sólo pudo acceder a los cuartos de final de un Mundial en 1999. Tuvo grandes resultados con las máximas potencias pero siempre en test matches y, a pesar de que en ciertas oportunidades estuvo cerca de la victoria ante seleccionados como Nueva Zelanda y Sudáfrica, todavía no pudo ganar. Y, por último, el calendario anual del rugby esta reducido a ocho o nueve potencias rugbísticas entre las que no está la Argentina, a pesar de que ya superó el nivel de muchas de éstas. La discriminación de la IRB con el resto de selecciones que están fuera de esa elite es un hecho que pasa sólo en esta disciplina. Esto genera una lucha política constante de los perjudicados para que los tengan en cuenta y parece que el único camino posible para romper con este status quo es quebrar a esas potencias y provocar una sorpresa.

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