
Después de la exitosa participación de Román en la sexta copa que ganó el Xeneize y su regreso al equipo nacional, las posibilidades que vuelva a vestir la camiseta de la cual es se refiere como hincha, subieron como lo hicieron los mercados del mundo esta semana. Sabido era que la principal oposición vendría desde el Villareal, que no iba a “prestar” a su ex estrella sino que quería vender la ficha del futbolista. Fernando Roig, directivo máximo del club español se plantó en el frente de batalla y exigió un dinero irracional y poco visto en el último tiempo por Sudamérica. Llamado va y llamado viene, 17.500.000 de euros es el precio por la cabeza de Riquelme. Sí, un imposible para el mercado argentino.
Lo que parece imposible son las confesiones del jugador. Decir públicamente que jugaría en el club de sus amores por 9.000.000 de euros y de regalo “un año gratis, porque quiero jugar en el equipo del que soy hincha”, según sus textuales palabras, es de poco creer. Nadie dice que Riquelme no merece como el gran deportista que es ganar esa plata. Es más, lo vale porque con él, el equipo de Russo potenció sus chances y se convirtió en el mejor de América otra vez. Lo que es irascible es invocar una expectativa falsa en los hinchas, que son al final quienes más juegan este juego.

¿Y Riquelme, que rol tiene en esta noticia central? Para algunos es la víctima, el que espera ansiosos quedarse en su país, como le piden hasta sus hijos. Otros creen que su accionar no gustó porque obliga a Boca a poner los billetes que tiene, pero que dejarían rengueando a la institución con mayor poder económico del país.
Como la frase lo dice, “a las palabras se las lleva el viento”. Habrá que ver que rumbo tienen en el futuro de quien no renuncia a nada por jugar donde él quiere…
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